Tierras en tierra de nadie

La Cepeda es una de esas comarcas que Florentino Agustín Diez bautizó como "en tierra de nadie", lo que propició un histórico olvido o, lo que es peor, que fueran ‘explotadas’, como ocurrió con el pantano de Villameca

Fulgencio Fernández
08/08/2016
 Actualizado a 15/09/2019
No podía faltar la imagen de Franco (acompañado de Arias Navarro) en la inauguración del pantano.
No podía faltar la imagen de Franco (acompañado de Arias Navarro) en la inauguración del pantano.
Este domingo se celebraba una nueva edición de ‘Versos a Oliegos’, palabras y versos de gentes de La Cepeda o cercanos a ella para recordar que existió Oliegos, que aún quedan vecinos y descendientes y también para recordar cómo se hicieron las cosas en aquel año 1947. Los testimonios de aquellos vecinos son realmente sobrecogedores:«Señores, las compuertas de la presa ya están bajadas», les dijeron un desapacible día de últimos de noviembre y el día 28 los vecinos cargaron los pocos enseres que se pudieron llevar en carros hasta Porqueros, donde las subirían de cualquier manera a un tren mixto que parecía una estampa de una película de los peores momentos de cualquier guerra.

Dijeron:Las compuertas de la presa ya están bajadas y se acabó. Todo el mundo lloraba Felicísima, que tenía 14 años, recordaba cuando se ‘celebró’ el 60 aniversario de aquella expulsión. «El recuerdo es que todo el mundo lloraba, llantos que se convirtieron en lamentos y gritos al pasar por última vez por delante del cementerio donde quedaban enterrados tantos familiares», como después quedarían los recuerdos bajo el agua.
La Cepeda es más que el pantano de Villameca o la expulsión de Oliegos. Claro, mucho más, pero este cruel pasaje, «en aras del progreso... de otros», ilustra muy bien cómo se hacían las cosas con determinadas gentes y comarcas, cómo no se les tenía el más mínimo respeto por ellos o sus vidas y su dignidad. Ymucho menos si añadimos que aquellas gentes montaban en Porqueros en un tren que teóricamentelos llevaba «a una tierra prometida», en Valladolid, Foncastín. Pero la realidad escondía otro cruel destino: «Aquello no era ni un pueblo, no había casas para todos y algunos tuvieron que instalarse en corrales y caballerizas», explicaban, pero «si alguien podía soportar aquellos éramos nosotros, trabajábamos de sol a sol, hombres, mujeres y niños». Para que Oliegos no muriera del todo llevaron las campanas y algunas imágenes de la iglesia. «Nos costó 17.000 pesetas el traslado», pero las necesitaban en su nueva vida.

Y todo aquello pasó prácticamente en silencio. Tal vez tiene que ver con el análisis que hacía uno de los mejores conocedores de la provincia, el que fuera secretario de la Diputación y escritor Florentino Agustín Diez. «Debemos evitar que se prolongue el olvido en lo que podríamos llamar tierra de nadie, comarcas pequeñas o a la sombra de otras con más presencia institucional, como La Cabrera, La Cepeda, tierras del Valderaduey o Valdetuejar...».

Foncastín no era un pueblo, no había casas para todos, algunos vivían en caballerizas El injusto olvido de tierras olvidadas y, generalmente, duras como decían los propios vecinos de Oliegos, pero en las que por otra parte había una intensa vida comunal, numerosas costumbres y tradiciones, un rico folclore... Aunque, como reconoce el profesor cepedano Antonio Natal:«Realizar un estudio serio sobre algunos pueblos de La Cepeda, hasta la fecha casi desconocidos, no es tarea fácil. Una parte del material útil al respecto ha desaparecido. El olvido ocultó señales de identidad. La malformación educacional facilitó la pérdida de preciosas tradiciones». Ydocumenta el culto a los árboles, numerosos juegos tradicionales, un más que rico patrimonio musical de rondas, romances, sones, canciones... del vino y los orujos de esta tierra...

Una filosofía de vida de aquellas gentes pobres era buscar otro futuro, la emigración y el estudio eran las salidas más habituales. Al margen de una curiosa emigración interior a otra comarca de la provincia, los Argüellos, en los años 40 y 50, hay cepedanos por medio mundo e ilustres personajes que están revirtiendo la situación de olvido y tratando de documentar o recuperar la historia perdida: Armando Ramos, los Natal, Escarpizo, Tomás Domínguez, Rogelio Blanco, Santiago Somoza y hasta la olímpica Erika Villaécija, por no viajar hasta la figura de una santa, Teresa de Cepeda.
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