El sexo os hará libres

Pedro Ludena comenta la película de Yorgos Lanthimos 'Pobres criaturas'

Pedro Ludena
09/02/2024
 Actualizado a 09/02/2024
Emma Stone logra uno de los mejores trabajos de su carrera en ‘Pobres criaturas’.
Emma Stone logra uno de los mejores trabajos de su carrera en ‘Pobres criaturas’.

'Pobres criaturas’ llega a los cines como una versión rocambolesca y feminista de ‘Frankenstein’, cuyo monstruo, a pesar de ser bello esta vez, cuando sale a explorar el mundo de los hombres llega a la misma conclusión que el del clásico de Mary Shelley: es un mundo cruel. Pero mientras que la creación del Dr. Frankenstein toma la vía de la violencia y el exilio para enfrentarse a la humanidad hostil, esta ‘bella criatura’ desafía a la sociedad, a medida que se libera de sus rígidas convenciones sobre el papel de la mujer en ella, sirviéndose del arma más primitiva y efectiva de la que dispone: el sexo. 


Comprar una entrada para ‘Pobres criaturas’ sin haber visto ni un tráiler es un salto de fe no apto para pudorosos ni conservadores. La última cinta de Yorgos Lanthimos, a imagen y semejanza de su protagonista, no tiene reservas a la hora de presentarnos un mundo bizarro, donde los límites de la realidad y la ética se desdibujan, embarcando al espectador en un viaje al que debe subirse libre de prejuicios y lógica para poder disfrutar de una historia aparentemente surrealista, pero que tiene más verdades que decir de lo que pueda parecer a simple vista.


El director griego nunca ha tenido reparos para mostrar con sus obras aspectos del ser humano que rara vez se ven tan explícitamente ilustrados en el cine de hoy en día, tocando temas de los que generalmente apartaríamos la mirada.

Toda su filmografía es una deconstrucción del ser humano y sus pecados. Sus personajes nunca son héroes ni villanos, más siempre son víctimas de su condición humana, delimitada por un sistema de principios y valores que se les impone en el microcosmos de cada historia. En ‘La Favorita’ es el refinado pero malicioso funcionamiento de una corte real, en ‘La langosta’ es el impersonal y frío sistema para encontrar el amor en una sociedad deshumanizada y en ‘En el sacrificio de un ciervo sagrado’ es la terrible decisión que un psicópata le exige tomar a un padre de familia. En cada ocasión, los protagonistas poco pueden hacer para cambiar su situación, más que resignar sus principios y moral a hacer todo lo posible por salir adelante en unas circunstancias inapelables que les obligan a sacar lo peor de si mismos. Sin embargo, en ‘Pobres criaturas’ su protagonista, Bella, cambia las reglas del juego. 


Bella Baxter no nace como tal, siguiendo los pasos de su influencia literaria, sino que se hace, primero por su creador, el Dr. Godwin Baxter, al que se refiere como ‘God’ en la versión original y no es casualidad. Y es que Bella desde su mórbida confección, que no revelaré aquí para no arrebatar a ninguno la oportunidad de que se le revuelvan las tripas al conocer los detalles, solo conoce a su padre, su creador, su Dios; y está atrapada en su particular jardín del Edén, del que cada vez tiene más ganas de escapar. Es entonces cuando gracias a la ayuda de la serpiente de rigor, personificada en el abogado de lengua bífida al que da vida un genial Mark Ruffalo, consigue escabullirse de la caverna para contemplar el mundo que la aguarda, pero no será como ella espera. 

 

Imagen poster
Cartel de 'Pobres criaturas' de Yorgos Lanthimos. 

Después de esta modernizada adaptación del Genesis, Bella comienza su propio Éxodo a través del mundo de los hombres. La dirección de fotografía en ‘Pobres criaturas’ es loable, abriendo la cinta con una imagen en blanco y negro que va cogiendo color a medida que Bella va pintando con sus experiencias y conocimientos el lienzo en blanco que suponía para ella el mundo, el cual se va enriqueciendo y complejizando hasta que esta logra comprender todo su espectro.

 
A lo largo de su fuga con su amante abogado, Bella va descubriendo todo lo que la humanidad tiene que ofrecer y ocultar, cayendo en la cuenta de los trapos sucios de los seres humanos, como las miserias que muchos padecen para el beneficio de unos pocos o, y aquí está el quid de la cuestión, el rol sumiso de la mujer bajo el hombre. Un yugo cuya fundación primordial es el sexo, concepto que Bella descubrirá como una puerta al placer, pero que se revelará como una herramienta de control por parte de los hombres y terminará por aprender a usarla como la clave para su propia liberación. Sin embargo, donde ‘Pobres criaturas’ cree tener su mayor fortaleza también se oculta su talón de Aquiles. Y es que la película, en su meta de narrar como una mujer es capaz de superar las barreras heteropatriarcales, recurre en exceso a la sexualidad como método. Obviamente, la exploración del placer es crítica a la hora de librarse de los tabús autoimpuestos, especialmente sobre el placer femenino, pero la cinta parecía prometer un mayor abanico de soluciones para la emancipación vital de la protagonista, más en un universo tan rico en detalles y colores como se propone. Existen cantidad de filmes que efectivamente utilizan los placeres de la carne para desarrollar a sus personajes, pero considero que una pieza con tantas posibilidades como ‘Pobres criaturas’ prolongó de más su estadía entre las sábanas, en vez de lanzarse a dar la vuelta a todas las piedras que pesan sobre el despertar femenino, que no solo sexual. 


No obstante, la última obra de Lanthimos consigue su propósito, cambiando la tónica de sus anteriores propuestas, consiguiendo que su protagonista no sea oprimida por las restricciones de su entorno, sino que las trascienda, empoderándose a la hora de hacerse dueña de su propio cuerpo, que ni desde su creación la pertenecía, y por ende del mundo que la rodea. Solo lamento que en su búsqueda de dar de qué hablar, le haya quedado mucho por contar. 
 

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