"No soy un músico que lo lleve todo pensado al estudio o al escenario"

El pianista Juan Galiardo imparte este fin de semana un taller sobre armonía e improvisación y participará en breve en la grabación del primer disco de Goodman

Emilio L. Castellanos
01/05/2015
 Actualizado a 17/09/2019
Juan Galiardo imparte este fin de semana un taller de armonía e improvisación.
Juan Galiardo imparte este fin de semana un taller de armonía e improvisación.
Lo de Juan Galiardo con León fue un romance a primera vista que aún perdura. Es una tierra a la que el pianista gaditano le guarda una devoción especial y así lo testimonia siempre que tiene ocasión. Titulado en Berklee, ha ido amasando una meritoria trayectoria como pianista y compositor que lo convierten en uno de los músicos españoles de jazz de mayor proyección y en la que relampaguean innumerables referencias. Un día decidió apostar por el jazz y su entusiasmo, a pesar de las dificultades, jamás ha palidecido. "Sabía realmente dónde me metía cuando me decanté por el jazz. Es una música minoritaria a la que, desgraciadamente,le falta la repercusión que se merece. Aun así, es lo que he escogido y lo que sirve de estímulo a mi vida", asegura Juan Galiardo poco antes emprender un periplo de siete días en León que arrancará este fin de semana en El Albéitar (1, 2 y 3 de mayo), donde impartirá la continuación del Taller de Armonía Moderna e Improvisación que iniciara el año pasado bajo la organización de la Asociación 100 to Jazz, y luego proseguirá participando, también en El Albéitar, con las sesiones de grabación (días 5 y 6 de mayo, a las 19.45 horas) de ‘#Wondering’, el primer disco de Goodman, el proyecto personal de Javier Baíllo a través del cual ofrece una visión muy personal del soul, el funk y el jazz americanos. "A pesar de todas las dificultades que me voy encontrando, estoy realmente contento. Mis principales propósitos es seguir aprendiendo, mejorando y tocando mejor, así como asumir nuevos retos".

Soy tremendamente autocrítico y exigente conmigo mismo y nunca acabo satisfecho del todo con lo que hago "Me apasiona el jazz por tantas y tantas razones que no acabaría:  por la improvisación, por lo gratificante que me resulta tocar el piano, por las armonías, porque me encanta la música negra, por su swing... Realmente me gusta el jazz porque... es lo que más me gusta". Así de rotundo se expresa Galiardo a propósito de una vocación que guía su propia vida y que hasta ahora le ha inundado de toda clase de satisfacciones. "Soy tremendamente autocrítico y exigente conmigo mismo y nunca acabo a gusto del todo con lo que hago. No obstante, si echo la vista a mi trayectoria hasta ahora sí estoy contento con ella. Siempre quedan cosas por hacer pero es lógico, el tiempo no es infinito. Lo que sí me frustra es no poder llevar a cabo lo que me gustaría por otras cuestiones, como la falta de ayudas, la dificultad para tocar, el estado de complicación que vive la cultura...". No obstante, aunque los obstáculos están ahí y tratan de imponerse a toda costa, no deja de mirar hacia adelante, mantener el paso firme y dar satisfacción a una biografía creativa en la que se han colado algunos de los mejores músicos de jazz del momento. Su talento se ha dejado sentir en León, un lugar que le resulta imprescindible y al que regresa siempre que se le reclama bien como docente, «además de ayudar a los demás, me sirve también como músico y me ayuda a organizar y estructurar muchos conocimientos y elementos», bien como intérprete. Ha colaborado en la grabación de varios discos, el último firmado por el vibrafonista Arturo Serra (al que acompañó en Cerezales del Condado) y titulado ‘Nebulosa’, y también posee uno a su nombre. Aún no sabe cuando llegará el siguiente, "si esperé 35 años para sacar el primero bien puedo esperar otros 35 más", si bien ya hace acopio de material e ideas para ponerse manos a la obra.

"Debería componer más". Comenta sobre su faceta de compositor. "Sin embargo, no lo voy a forzar, que salgan las cosas cuando tengan que salir. La música nace cuando menos te lo esperas. No obstante, improvisar es componer y eso es lo que hago sobre el escenario".

A la cabeza de un quinteto y un trío propios, siempre pone de manifiesto su pasión por la interpretación en grupo, por una necesidad continua de interactuar íntimamente con los demás músicos. "No soy un músico que lo lleve todo pensado al estudio o al escenario. Me gusta que la magia vaya surgiendo, que cada cual haga sus contribuciones, que la música sea el resultado de muchas complicidades. Un tema tiene vida propia y propicia toda clase de reinterpretaciones".

Aquellos discos de su padre le instalaron el jazz y la música negra en el alma y jamás permitió que le abandonaran. Son compañeros de vida ideales con los que ha establecido unos vínculos íntimos y permanentes y gracias a los cuales estrecha numerosos lazos de comunicación y expresión. Oscar Peterson, Art Tatum o Bill Evans fueron esenciales para decantarle por el uso del piano y aplicarse en su interiorización. "La música es para mí una forma de expresión imprescindible, una forma de comunicarme con los demás". Además, esta  le propone continuos retos, numerosos desafíos, y eso "es algo que me gusta mucho, algo a lo que ni quiero ni puedo renunciar".
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