Nadie es perfecto

Pedro Ludena comenta la película de David Fincher, 'El asesino'

24/11/2023
 Actualizado a 24/11/2023
Michael Fassbender encarna a un asesino profesional. | NETFLIX
Michael Fassbender encarna a un asesino profesional. | NETFLIX

'El asesino' 
Director: David Fincher.
Intérpretes: Michael Fassbender, Tilda Swinton, Charles Parnell. 
Género: Crimen/ Suspense.
Duración: 118 minutos

A pesar del prolongado debate que filósofos de todas las épocas han venido avivando, si aquello que nos hace humanos está aún por esclarecerse de manera incontestable, de lo poco que todos tenemos en común es que, al igual que las diferentes escuelas de pensamiento, ninguno es perfecto. Todos hemos oído alguna vez eso de que «nuestras imperfecciones nos hacen ser quienes somos» y por simple que suene puede que esté más cerca de la verdad que todas las pretenciosas doctrinas de los eruditos. David Fincher, director cuya fama de perfeccionista es equiparable a la de sus obras, debe de pertenecer a esta escuela, ya que, con su última película, ‘El asesino’, revela que por mucho que uno trate de alejarse trascender su condición humana, por vía de la inmaculada ejecución de sus atrocidades, sus errores de cálculo agrietan su máscara de cinismo, tras la que se esconde una persona real, fallida e imperfecta. 

La trama de ‘El asesino’ no se anda con rodeos: cuando un sicario no consigue cumplir con su último encargo sus empleadores tratan de atar los cabos sueltos, lo que llevará a este anónimo asesino a desandar el camino hasta quien le contrató, dejando un reguero de sangre a su paso. 

David Fincher (‘El club de la lucha’) vuelve a colaborar con Netflix, con la que ya produjo su último trabajo, ‘Mank’, en 2020; continuando con la tendencia de varios de los mayores cineastas actuales, que este 2023 se han servido de las plataformas de streaming para dar rienda suelta a su creatividad y a su presupuesto. Tal y como Scorsese acudió a ‘Apple TV+’ para costearse su aclamado western ‘Los asesinos de la luna’, compañía que a su vez estrena hoy mismo la gigantesca ‘Napoleón’ de Ridley Scott, de la que hablaremos la próxima semana. 

Pero hoy es el turno de ‘El asesino’, una cinta tan fría y metódica como su protagonista, un insondable pistolero a sueldo de pocas palabras, al menos para con el resto de personajes, y que reserva sus reflexiones internas para el espectador, a quien le dedica elocuentes monólogos de voz en off, con los que deja entrever el hombre que hay al otro lado del fusil, o de la pistola de clavos, o de la escalera, porque este tipo te mata con lo que encuentre. 

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La película no pierde el tiempo e inicia ya metida en materia, con nuestro ausente protagonista preparando el terreno para terminar a su próximo blanco, mientras repasa para sí, y para la audiencia, su ética laboral, basada en un escepticismo crítico y una frivolidad inhumana, más propia de un robot, como una versión de ‘Terminator’ en carne y hueso. Se nos erige así, desde el primer minuto, una barrera insalvable entorno a este asesino sin nombre, que cuanto más nos habla menos nos cuenta, un criminal sin remordimientos, para el que conceptos como la fortuna, el karma o la justicia son ajenos; que parece leer directamente el código fuente de la vida y goza de la libertad de saber que esta acaba en el vacío de la muerte, una tragedia para el resto, pero su pan de cada día. A pesar de esta adusta primera impresión, no es hasta que erra el tiro de gracia, cuando su carácter adamantino comienza a resquebrajarse poco a poco. 

Fincher nos presenta a lo que varios críticos se han referido como un reflejo de sí mismo, un obseso del control, un perfeccionista. Una fama secundada por anécdotas de detrás de cámaras como la adición de pelo digital a los ‘insuficientemente masculinos’ nudillos de Jake Gyllenhal en ‘Zodiac’, o su petición a los actores de que hablasen más rápido con tal de no reducir la invariable extensión de dicho guion. No obstante el cineasta, a la par de su contraparte ficticia, no es de piedra, y lo que en primera instancia parecía una historia fría, metódica, sin pulso ni fisuras, se acaba empapando del color y del calor de la sangre, que deja de ser una moneda de cambio para volver a su razón de ser, aquello que bombea el corazón del protagonista. Así como el ‘Asesino del Zodíaco’, David Fincher quiere dejarse atrapar por el espectador, quien a medida que el equilibrio en la vida del asesino se desmorona, entre los escombros puede apreciar fugazmente la llama latente que arde dentro de hasta los individuos más fríos y calculadores de nuestra especie. Porque sí hay algo que todos valoramos, algo por lo que salirnos de nuestro camino, por definido que esté, que nos hace pensar en la senda que recorremos y no solo en la que dejamos atrás, es el amor. 

No obstante, ‘El asesino’ peca de conformista. Cuando se termina y se repasa en su conjunto, es evidente que nos encontramos ante una gran película, con algo que decir, pero a lo largo de su visionado uno puede llegar a sentirse alejado de la trama de un momento a otro. Evidentemente la gracia de todo esto es como el impertérrito asesino oculta sus emociones en situaciones, literalmente, de vida o muerte, recayendo sobre el espectador la carga de encontrar los resquicios de sus motivaciones y sentimientos. Sin embargo, esa impasibilidad que contagia a toda la trama nunca llega a desprenderse del todo. Nunca llegamos a ver a nuestro mercenario sin nombre totalmente desenmascarado, en bruto, con sus miedos a flor de piel; porque por muy mal que se le lleguen a poner las cosas, nunca se llega encontrar realmente entre la espada y la pared, y en cada uno de los retos a los que se enfrenta acaba cayendo siempre de pie. Esa falta serenidad favorece al estilo clínico de la cinta, pero se deja en el tintero toda la personalidad que pudiera albergar el personaje principal, el cual dudo que se llegue a convertir en el favorito de nadie, a diferencia de otros psicópatas carismáticos de la filmografía del director, como Tyler Durden o Marc Zuckerberg. 

En resumidas cuentas, ‘El asesino’ no aspira a ser el próximo ‘Club de la lucha’ ni falta que le hace, es una película sencilla y directa, cubierta con una coraza escéptica para ocultar que, aunque a primera vista pueda parecer una obra más impersonal del director, puede que esté mucho más cerca de su corazón de lo que aparenta. 

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