Museos no sólo en verano

La provincia de León destaca por sus monumentos y museos. A lo largo de este verano hemos repasado las propuestas mejor gestionadas, mostrando predilección por las relacionadas con el patrimonio industrial o contemporáneo

Javier Revilla
04/09/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Un grupo de visitantes atiende a la explicación de una de las exposiciones temporales organizadas en el Museo de León. | MAURICIO PEÑA
Un grupo de visitantes atiende a la explicación de una de las exposiciones temporales organizadas en el Museo de León. | MAURICIO PEÑA
Termina este lunes mi colaboración estival, al menos este 2017, con el suplemento ‘Verano’ de La Nueva Crónica. A lo largo de estos meses de julio, agosto y el comienzo de septiembre he propuesto a los lectores varias visitas a monumentos, museos o rutas culturales de la provincia de León, esperando haber suscitado su interés.

Soy consciente de que han quedado muchas cosas en el tintero. De hecho, he recibido algunas ideas o sugerencias, la mayoría de las cuales no he podido traer a estas páginas porque ya tenía predefinido desde el inicio una serie de lugares que, desde mi punto de vista, creía más oportunos o sugerentes para proponer este verano. No quiere decir, obviamente, que sean opciones mejores que otras que no han salido.

Los lectores habrán comprobado mi especial interés por los museos o lugares relacionados con la época contemporánea (siglos XIX, XX y XXI). Salvo los días que traté Sahagún o el Museo de León, cuyo patrimonio allí es eminentemente más antiguo, el resto de reportajes se han ido a lo más reciente, llegando hasta el siglo XXI, por ejemplo, con la Fundación Cerezales. He querido con ello poner de relevancia la importancia leonesa en este tipo de bienes contemporáneos, ya que quizás se tenga de nosotros una visión mucho más anclada en el rico patrimonio que poseemos de siglos pasados.

Sin renunciar al romano o al gótico, ni al románico o al renacentista, me parece mucho más desconocido y sobre todo infinitamente menos valorado el patrimonio contemporáneo. Y lo tenemos; abundantísimo y riquísimo, desde el puramente tradicional como puede verse en el batán del Val de San Lorenzo o el MITLE de Valencia de Don Juan, hasta las fábricas musealizadas de Sabero, Ponferrada, nuevamente Val de San Lorenzo, Gordoncillo o Astorga. Haberme ocupado de ellas denota mi predilección hacia el llamado patrimonio industrial.

Considero que la provincia de León puede llegar a ser una potencia importante en cuanto a patrimonio industrial o contemporáneo, si mantiene esta senda ya iniciada. No sólo en cuanto a número de centros museísticos, sino reforzando la ya interesante buena gestión que se hace en muchos de ellos.

Ojalá que a los lugares ya vistos en esta sección se sumen más, tanto los que ya están salvaguardados, como los que se puedan incorporar a la oferta turística y de ocio en el futuro. Pienso por ejemplo en elementos ferroviarios, en los que tanto valor posee la provincia leonesa, y que necesitan una mayor atención. Son muy meritorios el Museo del Ferrocarril de Ponferrada, el del Ferroviario en Cistierna o el nuevo espacio creado en Brañuelas, como digno reconocimiento debe hacerse también a distintas asociaciones y personas que velan por este patrimonio, pero queda mucho camino por andar y es importante lo que queda por proteger y exhibir.

Por no hablar de otras actividades productivas que rotundamente merecen sus museos o centros de interpretación. Tengo muchas ideas en la cabeza, pero pondré dos ejemplos acuciantes: la fábrica-museo del curtido (Genaro González sigue esperando apoyos en Santa María del Páramo) o un gran centro vinculado a la tradición del vino especialmente en el Sur-Este leonés.

Suelo escuchar que hay demasiados museos… Pero no estoy del todo de acuerdo con esta afirmación. Sí creo que hubo un momento en que las abundantes ayudas económicas hicieron proliferar la creación de espacios musealizados en muchos pueblos y ciudades. Ello se hizo, en muchas ocasiones, sin una adecuada planificación y previsión. La realidad es que, actualmente, muchos de estos ‘museos’ no funcionan por falta de recursos. Su ‘despilfarro’ es una injusta losa sobre todos los demás.

Porque si se ponen a hacer una lista, tampoco hay tantos museos abiertos de forma permanente en la provincia y en los que tengamos plena garantía de encontrarnos a alguien que nos atienda o nos haga una visita guiada. Ya no digamos que se gestionen adecuadamente o generen producción propia de algún tipo. Por ello he querido también reconocer a través de estas páginas la gran labor que hacen algunos de los buques insignia de nuestra provincia: MSM de Sabero, Museo de León, Fundación Cerezales, Museo del Chocolate de Astorga…

E indicaba dos párrafos más arriba que hay posibilidades de crear más y mejores museos, eso sí, con la adecuada financiación prevista antes de su creación y con una óptima gestión una vez abiertos. En este sentido, la ciudadanía debe entender estos espacios no como una solución a los problemas estructurales que afectan a distintas zonas de nuestra provincia, sino como una oportunidad de salvaguardar un lugar de interés/memoria/cultura, tanto para preservarlo en sí mismo como para aprender de/con él.

Crear un museo es un lujo, ciertamente, pero también es una necesidad social. Son el archivo de nuestro pasado, un banco de conocimientos y el arca de la Historia y la Cultura (ambas con mayúsculas). Visitarlos nos enriquece personalmente y colectivamente. Simbolizan el interés por conservar en vez de destruir, de progresar construyendo sobre los cimientos heredados del pasado.

Los museos y los monumentos son necesarios, pero no son nada sin las personas. Visítenlos y valórenlos, positiva o negativamente, pero denles uso; porque son suyos en primer lugar, y porque sin público no tienen sentido. Vayan en verano o en cualquier estación; recibirán mucho más de lo que se imaginan.
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