Los nuevos ‘Little Einsteins’

La vuelta al cole llega con el final del verano y las extraescolares aparecen para llenar, a veces demasiado, la vida de los más pequeños

Sofia Morán de Paz
30/09/2018
 Actualizado a 14/09/2019
L.N.C.
L.N.C.
El otoño está llegando. ¿Lo notan?, ahora sí que sí, el ‘fresquete’ matutino que te golpea la cara al salir de casa y te espabila casi más que el recién tomado café, es la prueba de ello. Dejamos el verano atrás y abrazamos con fuerza el otoño, ese mes de octubre que siempre llega cargado de cosas buenas, ¡no me digan que no!
Octubre es el mes de los buenos hábitos, de recuperar rutinas, orden familiar, de acostar tempranito a los retoños y la vuelta a los horarios escolares ‘completos’. Es decir, es ahora cuando empiezan las verdaderas vacaciones para los padres después de la intensidad y el caos veraniego. Octubre es también el mes de las extraescolares y el clásico debate que se genera en torno a ellas.

¿Son recomendables? ¿Desde qué edad? ¿Cuántas son apropiadas? ¿Cómo debemos elegirlas?

Lo que yo les diría sobre las actividades extraescolares es que son fundamentalmente, necesarias, imprescindibles en muchos hogares para la supervivencia familiar.
Las dificultades para conciliar nuestras jornadas laborales con los horarios escolares de nuestros hijos es una realidad que estoy segura que muchos de ustedes ya conocen, por eso estas ‘horas extra’ deben entrar, sí o sí, en la ecuación.

En España, el número de niños que realizan alguna extraescolar roza el 90% entre los alumnos de enseñanza obligatoria (de 6 a 16 años) según el Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Pero no, no todos lo hacen por ‘necesidad’.

Son muchos los padres que sufren la fiebre de la ‘multi-formación’, padres y madres convencidos de la necesidad de que sus hijos comiencen desde muy pequeños con diversas actividades que les estimulen, que potencien sus capacidades. La búsqueda del niño ‘extra-competente’. Esa que nos trae a niños de 4 años con la agenda más apretada que Pedro Sánchez y su señora.

Y es que no hay duda, se nos va la cabeza con el tema de los hijos, y aquello del «yo sólo quiero lo mejor para ellos» tiene mucho peligro.

Cuidado si eres de esos padres que vives relajado, sin pensar demasiado en el currículum vitae de tu hijo pequeño, hay que tener mucha fuerza mental para soportar la presión social que se ejerce cuando te toca ‘hacer patio’ (que diría nuestra querida Cristina) en el cole del niño. Esa extenuante competición de padres en la que se lucen, sin pudor alguno, el variado abanico de actividades a las que los hijos dedican el tiempo libre. Idiomas, robótica, funky, esgrima, cálculo mental avanzado, expresión corporal… Diga usted, en medio de tanto despliegue, que el suyo sólo va al parque y a natación.

¿A cuántas extraescolares asistieron en su infancia?

En mi época la oferta era bastante más reducida, sobre todo baile (siempre con Piluca) y karate. Pero yo no practiqué ni una, ni la otra, y la mayoría de mis amigos tampoco. Supongo que, todos lo que tuvimos la suerte de criarnos en una ciudad pequeña o un pueblo, al salir de clase, y tras pasar por casa raudos y veloces a recoger el bocadillo de chorizo, nuestra extraescolar era jugar en la plaza, la calle o el parque.

No pretendo demonizar nada, no me entiendan mal. Sólo quiero poner de relieve la necesidad de mantener cierto equilibrio en todo esto. Tengan en cuenta que, especialmente durante los primeros años de cole (la etapa de infantil), el juego libre, ese que se rige por sus propias normas sin que haya adultos dirigiendo la actividad, es el mecanismo natural por el que nuestros hijos aprenden. Juego libre entre iguales, o en solitario, ese que a muchos de ustedes les parece una pérdida de tiempo, es en realidad lo que les ayudará a relacionarse, a potenciar su autocontrol, su autoestima y su creatividad.

Más adelante aprenderán idiomas, manejarán un montón de deportes, se formarán en diversas disciplinas, pero no volverán a jugar al escondite, a campos medios, a los cocineros, a las casitas o a las carreras de coches con sus amigos.

El juego, el descanso y el aburrimiento son factores muy necesarios para un correcto desarrollo.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
Lo más leído