Fermat y la plataforma Google

Por José Javier Carrasco

José Javier Carrasco
30/05/2023
 Actualizado a 30/05/2023
Sergio Boixo con el también leonés Jesús Calleja en Los Ángeles. | MEDIASET
Sergio Boixo con el también leonés Jesús Calleja en Los Ángeles. | MEDIASET
El ‘Diccionario de matemáticas’ de Lucien Chambadal (Grijalbo, 1984) ofrece la definición de la conjetura de Fermat: «Sea n un número natural superior a 3; no existe ninguna terna (x,y,z) de enteros no nulos tales que x elevado a n más y elevado a n sea igual a z elevado a n. Este resultado, del que Fermat decía tener una demostración admirable, ha sido establecido para numerosos valores de n, en particular para los números primos inferiores a 125.000; no ha sido demostrado el caso general». Andrew Willes logró demostrarla en 1995, solucionando uno de los problemas que trajo de cabeza a los matemáticos desde su formulación el año 1637.

Cuando Pitágoras estableció su famoso teorema, – conocido desde mil años antes aunque faltaba demostrarlo –, las matemáticas tenían tras de sí el largo camino recorrido por babilonios y egipcios. Pero son los griegos quienes le confieren un carácter de ciencia organizada deductivamente, con un sentido más teórico y especulativo que práctico (los ‘Elementos’ de Euclides y sus quince axiomas son un ejemplo). Durante la Edad Media, los árabes recogen las aportaciones de matemáticos griegos, babilonios, persas, hindúes y chinos, y formulan los principios del álgebra. A partir del siglo XII sus hallazgos empiezan a ser conocidos y desarrollados en Occidente por los escolásticos, aplicados sobre todo en astronomía y análisis del movimiento. Durante el Renacimiento se editan los primeros impresos matemáticos e inician las matemáticas modernas, aún estrechamente vinculadas a la astronomía. En el siglo XVII Descartes y Fermat establecen los principios de la geometría analítica que acabarán conduciendo al cálculo diferencial e integral (Newton y Leibniz); Fermat sienta el cálculo logarítmico y Pascal inventa una máquina de cálculo. Los siglos XVIII Y XIX traen el cálculo infinitesimal y las bases de la lógica matemática, o la aparición de revistas científicas dedicadas exclusivamente a las matemáticas. El siglo XX aporta nombres como Alan Turing, David Hilbert, Luitzen Egbertus Jan Brouwer, Karl Pearson, Emmy Noether o John von Neumann. Por último, en el siglo XXI asistimos a lo que un informe de las National Academies de Estados Unidos define como la desaparición de las fronteras entre matemáticas puras y aplicadas, a la permeabilidad entre las matemáticas y otras materias científicas.

Clara muestra de esa necesaria permeabilidad de disciplinas es la preparación académica de Sergio Boixo (León, 1973), informático, matemático y filósofo, jefe científico de Teoría de la Computación de la compañía Mountain View – conocida por su plataforma Google – que en 2019 fue blanco informativo al lograr reducir espectacularmente el tiempo de cálculo de un ordenador (aquello que llevaría 10.000 años a un ordenador normal lo realizó en minutos el prototipo cuántico de la compañía Moutain View). Esta historia empezó para Boixo al oír a su profesor de física cuántica Albert Bramon referirse a un campo en ciernes, la computación cuántica. Es cuando escuchó hablar también de los qubits, que a diferencia de los bits pueden ser unos y ceros de forma simultánea, como las partículas cuánticas a nivel atómico, contribuyendo a que el procesamiento de datos crezca exponencialmente. «El principio de una revolución», como la calificaba Boixo en una entrevista a ABC. En dicha entrevista, de su tiempo de estudiante recordaba que «no dormía mucho». Ignoraba Sergio Boixo entonces que acabaría confirmando la sentencia de que «al que vela y se desvela todo se le revela».
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