Evangelio según San Timoteo

Pedro Ludena comenta la película de Alejandro Gómez Monteverde 'Sounds of freedom'

Pedro Ludena
20/10/2023
 Actualizado a 20/10/2023
Jim Caviezel protagoniza 'Sounds of freedom' de Alejandro G. Monteverde.
Jim Caviezel protagoniza 'Sounds of freedom' de Alejandro G. Monteverde.

 ‘Sound of freedom’
Director: Alejandro Gómez Monteverde

Intérpretes: Jim Caviezel, Eduardo Verástegui, Bill Camo, Cristal Aparicio 
Género: Drama / Crimen
Duración: 135 minutos

La semana pasada ha llegado a nuestras carteleras ‘Sound of freedom’ (‘Sonido de libertad’), que llega de arrasar en la taquilla americana envuelto en teorías conspirativas y el apoyo de la derecha cristiana más exacerbada, utilizando como reclamo un tema marginado por las grandes producciones, por obvias razones: el tráfico de menores, un asunto controvertido y nada cinematográfico, así como el título en cuestión. 


‘Sonido de libertad’ está inspirada en la historia real del el agente del FBI Tim Ballard, quien dejó su trabajo para dedicarse a salvar de las garras de traficantes a menores secuestrados en Latinoamérica para ser prostituidos y vendidos a estadounidenses. Sobre el papel es una premisa interesante, sazonada con el morbo de ver algo sobre lo que el cine moderno parece pasar de puntillas. Pero tanta sal en la herida seca un relato ya de por sí estéril, sin nada más que ofrecer que la dureza de su mensaje, dándose una ósmosis que reduce una supuesta obra fílmica a una pobre propaganda populista.


No se puede entender ‘Sound of freedom’ sin toda la polémica que esta ha generado, esencialmente porque es lo más destacado de una cinta que sin toda su parafernalia mediática habría pasado desapercibida a los ojos de todos los que ahora lamentamos haberla visto. En primer lugar, cabe mencionar la marcada influencia religiosa de la película, que hasta está protagonizada por el mismísimo Jesucristo, Jim Caviezel, quien le dio vida en ‘La Pasión de Cristo’ y que aquí repite en su papel de salvador blanco. Este carácter eclesiástico es la marca de la casa de la productora, ‘Angel films’, especializada en cine comercial religioso, que depositó la financiación de este último proyecto en la buena fe de donantes de a pie que querían ver el problema del tráfico de menores llevado a la gran pantalla, o puede que algunos solo quisieran verlo en mejor resolución, teniendo en cuenta que recientemente se arrestó a uno de dichos donantes con cargos de secuestro infantil. Para añadir más leña al fuego está la implicación de Eduardo Verástegui, un pluriempleado activista que, además de su papel secundario en el mismo filme que produce, también tiene un rol prominente en el panorama político de México, donde defiende sus ideas ultraconservadoras, anti-LGBT y antiabortistas. Tanto Caviezel como Verástegui han declarado durante la promoción de esta cinta la existencia de supuestas élites políticas y mediáticas que formarían parte de una red internacional de tráfico sexual infantil, unas confabulaciones que se identifican con las de la más extrema derecha americana, encabezada por Donald Trump. Todo esto ha supuesto el caldo de cultivo para la que ya es la película más controversial del año. 

 

Imagen poster
Cartel de la película. 

Podríamos fingir dejar de lado la convulsa situación detrás de cámaras para centrarnos en lo que efectivamente estas han filmado, pero la crítica se quedaría demasiado corta, teniendo en cuenta que ‘Sound of freedom’ tiene poco o nada reseñable. Da la impresión de que la creatividad también fue secuestrada, con su director, Alejandro Monteverde, dando señales de vida nada más que en los créditos; porque la cinta está vacía de toda personalidad. La edición nefasta transmite el mismo suspense y la acción de una misa de tarde. Salvo un par de planos donde la fotografía se atreve a algo más que a enfocar la cámara hacia los actores, el resto del metraje es tan insípido como su guion, que nos presenta a un Tim Ballard intachable, al que se le llega a beatificar comparándolo con ‘San Timoteo’, que resulta ser el patrón de los dolores estomacales. Ni su santidad es capaz de salvar a uno de las nauseas que produce su película.   


Muchas obras han tratado las diferentes bajezas de nuestra sociedad, algunas criminalizándolas otras romantizándolas, con temas con serios como el tráfico y el consumo de drogas convirtiéndose en un recurso tan popular como rentable. Sin embargo, aún hay ciertos tabús para una audiencia escéptica y cada vez más insensibilizada, acostumbrada a ver lo peor del ser humano cada vez que encienden la tele. ‘Sound of freedom’ se lucra de poner el foco sobre uno tan peliagudo como la pederastia, pero con un enfoque vago. Sin dar el paso en falso de retorcer de más su tenebrosa temática, que nos llevaría a discutir los límites éticos de la expresión artística, la película nunca explicita las atrocidades que tristemente sufren tantos niños ni embellece toda las acciones que rodean su rapto y posterior rescate, sosteniendo esta perspectiva realista con la que busca apelar a la conciencia todo el mundo sin ofender a nadie. Pero que nadie se confunda, no estamos ante un documental. Sus personajes, la puesta en escena, los diálogos..., son elementos cuidadosamente delineados y ficticios, que contrastan con la crudeza y la autenticidad del problema central, con unas actuaciones monolíticas que no dejan pasar la emoción a través del filtro de la corrección política y la dirección hastiada de una historia que no sabe cómo ser contada. ‘Sound of freedom’ soporta todas las limitaciones de un video reportaje, incapaz de estilizar una dura realidad y con una función más divulgativa que narrativa, sin dejar de lado todos los artificios propios de una obra de ficción mediocre, tan pobremente escrita que se siente tan desligada de la realidad que edulcora como cierto es el problema que trata. 


A pesar de todo, no habría mayor revuelo si solo fuera una película mala más. El problema reside en que haya conseguido pasar sin pena y con gloria vendiendo humo, un falso evangelio que no es más que una fachada para un producto mediocre y manipulador. Es preocupante que el criterio de tanta gente se doblegue ante un mensaje demagogo, comprando un contenido insustancial que gracias a su campaña de marketing triunfa entre los más crédulos, infundiendo el miedo a cosas que realmente no comprendemos. Puede que sí haya un trasfondo político-religioso después de todo. 

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