¿En qué momento se nos fue de las manos esto de criar a nuestros hijos?

Cuando yo era pequeña mandaban los padres, y ahora que soy mayor, y soy madre, resulta que mandan los hijos

Sofía Morán de Paz
16/02/2020
 Actualizado a 16/02/2020
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Hace 50 años, cuando una madre tenía dudas sobre la alimentación, el sueño, los llantos, o cualquier otro aspecto relacionado con la crianza de su hijo, le preguntaba a su madre, a su abuela, o se hacía con el famoso libro ‘Tu hijo’ del aún más famoso doctor Spock. Es posible que algunos de ustedes aún tengan un ejemplar rondando por casa, yo guardo como oro en paño el que en su día compró mi madre.

La primera edición apareció en EEUU en 1946 y en la década de los 60 ya era uno de los libros de no ficción más vendidos de todos los tiempos, traducido a más de 30 idiomas y con unas ventas globales que hoy rondan los 50 millones de ejemplares. Y es que, si los consejos de madres y abuelas no te convencían demasiado, tú única opción era el doctor Spock, y no había más.

Hoy en día la cosa es absolutamente diferente. Desde que te quedas embarazada tienes cientos de libros que te hablan sobre el desarrollo del feto semana a semana, la alimentación óptima para madres gestantes o los ejercicios que preparan tu cuerpo para el parto. Miles de blogs sobre crianza, nuevas corrientes, cosas que no, cosas que sí, 145 millones de enlaces en Google que nos explican por qué dar el pecho, cómo conseguir que duerman toda la noche, qué hacer con las rabietas, amplias tesis sobre cómo introducir los alimentos sólidos, o cómo sacarles los mocos, cuál es el pañal más eco… y así, sin parar, un escalón detrás del otro porque la lista es infinita.

Lo del sentido común, la intuición y la pura lógica, eso que usaron nuestras abuelas y nuestras madres para sacar adelante a la patulea, parece que ya no es suficiente. Ahora hay que saber de todo y estar preparados para todo.

Somos la generación de madres y padres más formada e informada de la historia de la humanidad, y sin embargo vivimos la experiencia totalmente desorientados, angustiados y recurriendo constantemente a internet. Si han tenido hijos en los últimos años lo saben, somos un filón, menudo negocio millonario existe gracias a nuestra ansiedad y nuestras dudas. Y es que como dice la antropóloga estadounidense Jennifer Senior «¿por qué estamos tan enredados con algo que los seres humanos hicieron exitosamente durante milenios, desde mucho antes de que aparecieran los foros sobre crianza, o los estudios de los expertos?».

Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños evidentemente mi madre no tenía internet, tampoco tenía madre ni tenía abuela, pero tenía las cosas mucho más claras que cualquiera de nosotros hoy. La cosa consistía en que estuviéramos sanos, que fuéramos buenos y que estudiáramos, y todo lo demás, ya llegaría.

Ahora, el objetivo que perseguimos como pollos sin cabeza es que las criaturas sean felices, y que lo sean además por encima de todo. Que no lloren, que no sufran, que no les falte de nada, que no se aburran, que no se frustren, que no les empujen en el patio del colegio, que el profesor no sea demasiado exigente… Y las consecuencias de esto están ya a la vista de todos. En nuestra obsesión por hacer niños felices, lo que estamos criando son niños frustrados, incapaces, caprichosos, egoístas, dependientes… y no, no demasiado felices.

Tampoco veo felices a esos padres que viven acojonados ante los comportamientos desafiantes de sus hijos, rezando para no desatar una rabieta que no puedan controlar. Los sobreprotegemos, mentimos por ellos, les sacamos de cualquier apuro y nos pasamos la vida haciéndoles las cosas que ellos mismos pueden hacer.

Hemos convertido la crianza moderna en una especie de circo difícil de manejar. Cuando yo era pequeña mandaban los padres, y ahora que soy mayor, y soy madre, resulta que mandan los hijos. ¿Qué coño ha pasado?

Dice el doctor Spock en una de las primeras páginas de su libro: «confía en ti misma, sabes más de lo que crees».

Sigan adelante con sentido común, coherencia e intuición, no pierdan por el camino el sentido del humor y digan «¡no!» las veces que haga falta. Porque como dice Natalia Flores y Borja Prieto en su libro ‘No solo somos padres’, «tener hijos es algo natural, no un master en gilipollez humana». Aunque a veces, pudiera parecerlo.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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