Elisa García Alvarez, leonesa con raíces en Babia, estudió Comunicación Audiovisual en Madrid y a la hora de hacer el TFG se encontró con que había un trabajo que cumpliría esta investigación académica pero, sobre todo, «cumplía una pulsión personal, un proyecto largamente gestado para hacer realidad algo que me encanta hacer; hablar con gente de otras generaciones, escuchar sus historias y aprender de ellas. Y el sitio ideal era Babia, mi tierra, la de mi familia y donde tenía la casa familiar».
Se encerró Elisa en su pueblo en el mes de octubre de 2018, antes de la pandemia. Visitó otros pueblos cercanos, habló con muchas mujeres, escuchó sus historias y se dio cuenta de que «era el momento de recoger esas historias, sus vidas, sus recuerdos, pues ya eran bastante mayores. De hecho, de las cuatro que protagonizan el documental tan solo vive una», recuerda.
De todas aquellas mujeres eligió a cuatro, las que más nítidos tenían sus recuerdos, mejor lo contaban y querían hacerlo pues «a algunas les imponía la cámara y no he querido la tranquilidad de ninguna de ellas».
Elisa García eligió a cuatro vecinas de diferentes pueblos de Babia, comarca que recorrió, pues no conocía con anterioridad a ninguna de ellas: Regina, de La Cueta, que tiene 98 años; María, de Piedrafita y las hermanas Licinia y Pepa, de Peñalba de los Cilleros».
Recuerda la documentalista la experiencia «como un proceso largo, laborioso, sobre todo en la parte del montaje pero muy gratificante, sobre todo en la parte personal pues aquel tiempo de aislamiento, sola en la casa familiar, en un mes muy lluvioso, propició un proceso de introspección que personalmente me vino muy bien».
Con estas cuatro mujeres repasa unas vidas en la que, dadas sus edades, tiene evidente presencia la guerra civil y la posguerra. «En la guerra aún eran muy niñas, pero la recuerdan; y me interesó mucho la posguerra, cómo sacaron adelante a sus familias, cómo sobrevivieron a aquellos años de miseria y hambre».
«¡Ay madre la guerra! Tuvimos que marchar de casa, tuvimos que dejarlo todo, todo perdido» recuerda una de estas mujeres babianas y otra completa: «Yo lo que nunca tuve miedo fue al monte. Desde los siete u ocho años íbamos con el ganado, pero no nosotras, todas; y las madres a arar y los padres a la mina».
Son las vidas que les tocó vivir y según las repasan van abordando temas muy diversos, desde las necesidades de la época a la salud mental, pues una de ellas estaba atravesando una evidente depresión. «Aunque pueda parecer un relato novelesco las historias aquí contadas no tienen nada de ficción, son sus propias vidas, vidas de mujeres que, en la mayoría de los casos, han quedado a la sombra de otros protagonistas; vidas de luchadoras que muchas veces sufrieron las consecuencias de ser simplemente hijas, hermanas, esposas o familiares... Mujeres que con sus noventa años largos parecen seres de otro tiempo, pero arrojan mucha luz sobre un pasado no tan lejano», explica Elisa García en el inicio de este documental que ya había presentado hace unas semanas en el ILC y vuelve a hacerlo este jueves a las 19:30 horas pues en aquella ocasión quedó mucha gente sin poder acceder a la sala. Una nueva presentación que coincide con las fechas próximas al Día Internacional de la Mujer por lo que, señalan desde el ILC, «es un retrato de varias luchadoras anónimas en una época que no conviene olvidar y todo un homenaje a las mujeres/ muyeres/ mulleres/ mucheres de esta tierra».
Pese a las penurias vitales apuntadas señala Elisa García que le llamó mucho la atención «el carácter jovial de la mayoría de ellas; no solo de las que aparecen en Ecos de la memoria, también de otras muchas con las que hablé, salvo Pepa que, como he comentado, pasaba una depresión. Yo las llamo heroínas del día a día y es que, después de hablar con ellas, estoy convencida de que lo son».
- ¿A qué se debe esta jovialidad?
- A veces llegan a ser casi infantiles en las cosas que las entusiasman; cosas muy sencillas, sentarse al sol y hablar con las vecinas; dar un paseo. Necesitan pocas cosas después de lo que habían pasado y valoran mucho las cosas pequeñas del día a día».
Lo que habían pasado se puede resumir en una frase de una de ellas en el documental: «Yo no siendo de puta trabajé de todo».
El sentimiento más fuerte de Elisa García Álvarez después de realizar este trabajo es de agradecimiento hacia las protagonistas del mismo: Regina, María, Licinia y Pepa; «agradecimiento por sus historias, por sus enseñanzas, por el valor de la tranquilidad frente a esta sociedad en la que estamos sobreestimulados».
- ¿Qué te ha cambiado?
- Creo que tengo alma de vieja.