Desconect@

Por Sofía Morán

Sofía Morán
18/02/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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¿A qué edad deberían tener nuestros hijos su primer móvil? El debate en torno al momento en el que se inician los jóvenes en las nuevas tecnologías suele generar opiniones muy distintas. Por un lado, están aquellos que tienden a minimizar los peligros y comparten posturas más bien relajadas en torno al tema, y por otro, los que se empecinan en ver sólo la parte negativa y pretenden mantener a sus hijos lejos de móviles, tabletas y ordenadores.

Según los datos de la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares, del Instituto Nacional de Estadística (INE), más de la mitad de los niños de 11 años tiene móvil. Si nos vamos a los 15, la cosa ya sube hasta el 93,9%.

No importa mucho lo que yo les diga aquí, ustedes ya saben que un niño de 10 u 11 años no necesita un teléfono móvil, pero es habitual que los padres nos agarremos a eso de «se lo compro por si le pasa algo y necesita llamarnos», o el clásico «todos los de su clase ya lo tienen», y sí, ya se sabe que la adolescencia no es precisamente la mejor edad para destacar en estos menesteres, pero lo cierto es que internet tiene muchos más peligros para ellos que ir solos por la calle sin teléfono ni conexión.

La última edición del informe Pisa nos pone en alerta: el 69% de los adolescentes españoles admite «sentirse mal» si no tiene conexión a internet, y un 22% se conecta fuera de clase durante más de seis horas cualquier día de la semana.

WhatsApp, Instagram, Twitter, Snapchat… conexión inmediata con todos sus contactos, contenidos, vídeos, redes sociales… para muchos, su mundo gira en torno a su teléfono móvil. Y es que los adolescentes de hoy no recuerdan un momento previo a internet, han convivido con el Smartphone toda la vida. Nosotros, los adultos, hemos conocido otras referencias, sabemos lo que es llamar a un amigo por teléfono y que te conteste su padre, telefonear desde un bar o una cabina, y mantener conversaciones telefónicas con el noviete desde el salón, mientras la familia al completo ve la tele. También hemos consultado las dudas en las enciclopedias antes que en la Wikipedia, y sabemos lo duro que es esperar una semana entera al siguiente capítulo de tu serie favorita.

Internet nos ha cambiado la vida, no cabe duda, miles de ventajas e infinitas posibilidades, pero si pensamos en niños de 11 o 12 años y sus mentes inexpertas, no debemos olvidarnos de la otra cara de la moneda.

Además del ‘grooming’ (conducta engañosa de un adulto para ganarse la confianza de un menor), el ‘sexting’ (intercambio de imágenes de contenido sexual que suele convertirse en material para extorsionar), el ciberacoso, y los peligros obvios de difundir demasiada información personal en redes sociales, existe un aumento significativo de consultas relacionadas con la adicción al móvil en las unidades de Juego Patológico. Adolescentes ‘enganchados’ a su iPhone. Jóvenes que presentan importantes carencias en sus habilidades sociales, incapaces de afrontar las relaciones cara a cara. Niños vulnerables y extremadamente dependientes de la opinión ajena y de los «me gusta» que reciben en Snapchat o Instagram. Chicos que conocen a la perfección cómo manejarse en cualquier red social, pero que muchas veces no saben cómo funciona la vida real.

La solución al problema no es desde luego alejar a nuestros hijos de móviles y ordenadores para volver a vivir en la era pop, pero es nuestra obligación enseñarles a usarlos con sentido común, supervisar, poner límites, horarios… e intentar buscar siempre espacios y actividades de ocio en los que el teléfono no esté. Ni el suyo, ni el nuestro, he ahí el quid de la cuestión. Nos excusamos en que lo nuestro es trabajo, es urgente, es importante… Vivimos en la era de la multitarea, y no soltamos el móvil ni cuando estamos bañando a los niños (esto a mi marido le suena seguro). Porque díganme, ¿cuántas veces consultan su móvil durante una cena con amigos?

Es la esclavitud del ‘siempre disponible», pero de los adultos ya les hablo otro día.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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