Castaño mató tres miuras

El torero leonés regresaba este domingo a las plazas después de superar en silencio un cáncer de testículos. Antes de saltar al ruedo reconoció que "el cáncer ha sido mi Miura más difícil, pero estar anunciado en Sevilla me ha ayudado mucho"

Fulgencio Fernández
18/04/2016
 Actualizado a 10/09/2019
Javier Castaño, este domingo en la Maestranza de Sevilla. | ABC
Javier Castaño, este domingo en la Maestranza de Sevilla. | ABC
La corrida de la tarde de este domingo en la Maestranza de Sevilla, ante los temidos Miura, había comenzado mucho tiempo antes, unos meses antes, cuando el torero leonés conoció que sufría un cáncer de testículos y se puso en manos de los médicos. Lo llevó en silencio, nada se sabía de él, aunque consciente de que ayer tenía que hacer el paseíllo hace unos días dio a conocer la feliz noticia:«He superado el cáncer».

Por eso la corrida tampoco comenzó en el tarde de este domingo en la arena de la maestranza sino en los numerosos reportajes previos, en los que el leonés reconocía que «el cáncer ha sido mi miura más difícil», para añadir:«Volver a torear es volver a vivir, ahora doy mucho más valor a todo lo que hacía antes con normalidad». Reconocía que saberse ya en los carteles de Sevilla y Madrid fue «una inyección muy fuerte de ánimo en la batalla contra la enfermedad».

Volver a torear es volver a vivir, ahora doy mucho más valor a todo lo que me ocurre Había expectación por saber cómo se encontraría el torero leonés, que se había guardado mucho de no mostrar su imagen sin pelo, fruto de la quimioterapia. «Lo he llevado en silencio, no he querido decir nada, lo sabía la gente justa. Una vez se hizo público que estaba limpio ha sido emocionante sentir el calor de los compañeros, periodistas y aficionados. No esperaba esa respuesta», y reconocía que «no he podido prepararme como yo quería pero la fe mueve montañas. Si no estoy al 100% físicamente, pondré el corazón y el alma».

Y lo puso. E hizo el paseíllo y mató a los tres miuras, los dos de la histórica ganadería y al cáncer. No en vano ayer la mayoría de las crónica comenzaban parecido. Así lo hacían en el portal Mundotoro:«Una lección de superación. De hombría. Y de coraje. Para cumplir su sueño más preciado tras unos meses de larga lucha contra el toro más difícil de su vida. En un afán de lucha increíble, tan sólo quince días… (quince, se dice pronto) después de finalizar el tratamiento de quimioterapia, Javier Castaño volvió al ruedo de la Maestranza, para decir: Aquí hay torero para rato. Porque yo no me rindo. Y el público le obligó a saludar una emotiva y calurosa ovación de bienvenida».

Y cumplió después. Se reconoció cansado pero feliz de haber matado los dos Miura, el primero con un estoconazo de manual. Una ovación premió las dos primeras faenas después de la faena más dura de su vida, pero no fueron regalos, ése ya se lo habían hecho al saludar, fueron ovaciones de ley, algo tradicional en la difícil andadura del torero leonés.
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