Casa Villarejo: poesía modernista

Es conocida por su ferretería, que llama a las miradas desde la plaza Mayor de Bembibre por su aspecto de pasado romántico

Mar Iglesias
03/09/2017
 Actualizado a 06/09/2019
Casa Villarejo, en una imagen de archivo.| M.I.
Casa Villarejo, en una imagen de archivo.| M.I.
Luce estampa en la plaza Mayor de Bembibre, en un edificio modernista que llama la atención por sus detalles arquitectónicos. Es la conocida como Casa Villarejo, por ser esa familia la que ostentó su propiedad durante más de un siglo.

El edificio se construyó en 1896 y desde entonces ha sido un enclave notable en la estampa de la plaza, justo en frente de la Iglesia de la localidad. Es una de las casas que cuenta con protección dentro del Plan General de Ordenación Urbana como uno de los ejemplos de la burguesía industrial. La Casa Villarejo se quedó con una ferretería en sus bajos mientras el resto de la edificación permanecía vacía desde hace casi cincuenta años.

Tres alturas luce esta casa palaciega, que cuenta, en cada una de las plantas, con 230 metros cuadrados. De cara al público tiene vida en Almacenes Villarejo. Su estructura, según uno de los folletos turísticos de la villa dice que en las plantas de arriba «de composición simétrica, se abren dos miradores centrales que se apoyan en cariátides y que están custodiados por balconadas señoriales con vanos dintelados que se sustentan sobre ménsulas, con una rica ornamentación barroca. Se corona con una estructura triangular arropada por esbeltas volutas que semejan olas marinas y sobre las que se yergue la figura de una mujer, que parece emerger de las aguas».

Poesía en la arquitectura que, así explicada, se crece aún más. Sus balcones modernistas son los que le han dado la merecida importancia al edificio cuya construcción contó con la dirección del arquitecto Francisco Frades Tobal, un zamorano que se quedó en Bembibre y que había aceptado el encargo del empresario Bernardo Alonso López en el año 1896. Hasta el año 1919 no se tocó. En ese momento, los descendientes de Alonso quisieron realizar modificaciones, que encargaron a Adelino Alves.

Y desde entonces, el fantástico inmueble ha ido perdiendo fuelle al paso de la huella del tiempo, que ha hecho mella en su estructura. En la década de los años 70 quedó inutilizado como vivienda y eso provocó que se acelerara su deterioro.
En vista a esa decadencia constante que los alcaldes de Bembibre iban viendo desde el balcón de la Casa Consistorial, a escasos metros del edificio, siempre tuvieron en mente los primeros ediles hacerse con el inmueble y darle un uso cultural para la villa. Sería una manera de homenajear a Bernardo Alonso Villarejo, uno de los últimos propietarios y además benefactor de Bembibre. Un hombre enamorado de la fotografía y al que podría ir dedicada una de las plantas del edificio una vez que se acometa su remodelación, como busca el Ayuntamiento. Ese sueño de muchos alcaldes podría ser una realidad en los próximos años, porque los primeros pasos han cogido color.

En 2015 se efectuó la compra del inmueble, que en principio parecía prohibitivo para las arcas municipales, pero que al final pudo adquirirse un 60% más barato de los 253.185 euros que se pedían. Se ha quedado en 100.000 euros, pero ata al Consistorio a darle un uso cultural y social en exclusiva y además, le compromete a esa primera idea que tenía, la de homenajear al fotógrafo heredero y también a una sobrina de este, la artista María Isabel Alonso.

Tras esos compromisos, el Ayuntamiento de Bembibre ha conseguido licitar las obras de restauración de la casa. Unos 100.000 euros supondrán las actuaciones que consistirán en la renovación de la fachada y la sustitución de la parte de carpintería exterior. Antes, los alumnos de los programas duales de la Junta ya se han encargado de efectuar mejorasen la cubierta.

Cuando concluya la rehabilitación, el alcalde de Bembibre, José Manuel Otero, tiene claro que será destinado a centro cultural. Aunque maneja distintas posibilidades, lo que no es descartable es el recuerdo y homenaje al fotógrafo con una exposición permanente y también un ala donde poder mostrar las piezas cerámicas con las que le van agasajando los ceramistas que participan en las muestras de la villa. Mientras, la ferretería Villarejo sigue viva, dejando ver su imagen que seguirá hasta la jubilación de sus arrendatarios, trasnochada pero romántica desde el número 16de la plaza Mayor.
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