CARTELERA EN LEÓN | 'El juez'. En este juicio sale ganando la naturalidad

Uno de los puntos más interesantes es comprobar cómo funciona el jurado popular en Francia

Joaquín Revuelta
09/04/2016
 Actualizado a 18/09/2019
cine.jpg
cine.jpg
Hay un sinfín de maneras de contar una historia de amor y ciertamente el director francés Christian Vincent ha encontrado un marco original para hacerlo, la audiencia donde se sigue el juicio por el homicidio de un bebé con el padre de la criatura como principal sospechoso. En este escenario se mueve el presidente del tribunal que debe juzgar el caso, un tipo descreído, solitario y amargado, cuya dureza a la hora de juzgarse a sí mismo solo es equiparable a la que aplica cuando tiene que hacerlo con los demás, hasta el punto de ser conocido como ‘el juez de las dos cifras’, pues rara vez sus sentencias no superan los diez años de condena. Uno de los puntos más interesantes de ‘El juez’ es comprobar cómo funciona la figura del jurado popular, muy diferente de cómo lo trata el cine norteamericano en ‘Doce hombres sin piedad’ y distinta igualmente de como se aplica en nuestro país, a tenor de lo visto recientemente en la Audiencia de León en el caso Carrasco. Pero el juicio no deja de ser un marco para contar lo que verdaderamente interesa al director Christian Vincent, que es el sentimiento que resurge en este magistrado (un espléndido, como siempre, Fabrice Luchini) cuando descubre que entre los miembros del jurado se encuentra una mujer (la danesa Sidse Babett Knudsen, de una belleza deslumbrante) de la que se enamoró en secreto tiempo atrás y que devuelve a su existencia la ilusión perdida. Todo ello contado con sencillez, naturalidad y precisión.


Archivado en
Lo más leído