A mi madre Gabriela

Mi primer recuerdo infantil fuera de casa aparece en mi memoria unido al momento en el que nos subimos al tren. Durante unos instantes, la imagen se detiene y una niña observa, con curiosidad, la estampa que la rodea: las campanas, el sonido de los silbatos, las maletas, el reloj siempre en hora, las vías o las despedidas entre familiares y amigos en el andén. Al encaminarnos hacia nuestro destino, tú me tapas fuertemente los ojos y yo, con cierta ingenuidad, y miles de interrogantes, me pregunto qué puede haber al otro lado de la ventana para que yo no pueda observarlo, mientras mi imaginación se pierde en el reino de los secretos.

Ahora lo sé; al otro lado había un mundo de dolor, de injusticia, de guerra, de silencio, y, sobre todo, un mundo de miedo, un mundo de represión para los que tantas veces se callaron. Pero también un mundo donde tú, como tantas mujeres de negro, siempre mostraste tu serenidad, tu fortaleza, transmitiéndonos tu voz; impulsando con tus palabras la necesidad de llegar a todos, a través de la educación y de la tolerancia. Hoy doy gracias porque has sido y serás un referente para mí; porque, tal vez, antes no supe valorar tu compromiso y, a menudo, me preguntaba por qué siempre éramos los únicos que no hacíamos las mismas cosas divertidas que el resto de los niños, como si supusiera que los demás no me iban a aceptar. Lo siento; tan solo eran los pensamientos de la pequeña Juana.

Ojalá me hubiera podido dar cuenta antes de lo importante que es la gente como tú; la pasión de todos aquellos que persiguen un sueño y ponen todo de su parte para alcanzarlo, sin importarles las dificultades.

Gracias mamá por tu labor y por tu entrega; por brindarme un mundo mejor, por ayudarme a crecer en libertad y, por supuesto, porque nunca nos soltaste de la mano, ni a mí, ni a papá, ni a la abuela.

Juntas no solo vencimos a la guerra sino que combatimos contra las opresiones de una sociedad arbitraria. Juntas, gracias a tu legado, no olvidaremos de dónde venimos y el camino que nos espera por delante.

Lucía González Rabanedo tiene de 16 años (León), cursa 1º de Bachillerato en el IES Eras de Renueva y obtuvo el primer premio en la Categoría B (Bachiller y Formación Profesional) del certamen.

La ilustradora

Carmen Gómez Ordás es una pintora leonesa afincada en Villablino cuya obra, que transcurre por la utilización de técnicas diversas, ha podido verse a lo largo de toda la provincia tanto en exposiciones individuales como participando de muestras colectivas. Es una de las artistas que ha formado parte del homenaje artístico primero a Concha Espina y luego a Josefina Aldecoa y colabora por segundo año consecutivo en la dotación de premios para este concurso con sendas ilustraciones realizadas para la ocasión.