Los plazos en la administración son más lentos que los de los malos en las películas del Oeste. En las nóminas no hay retraso, de eso se encargan bien nuestros políticos porque saben las consecuencias, y en este caso el susodicho cobra 60.000 lereles contantes y sonantes al año. Por eso no se entiende que, con las prisas que se da para unas cosas, no haya sido capaz de buscar soluciones para (redoble) la piscina del polideportivo Salvio Barrioluengo, cuya sala de máquinas se inundó en junio por una tormenta y la avería dura ya seis meses. ¿No será que nos queremos ahorrar el mantenimiento?
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