logo-hidalgo.jpg

La esencia de la vida en el pueblo

04/02/2020
 Actualizado a 04/02/2020
Guardar
El fenómeno de la España vaciada, que alude a la abrupta despoblación y despojo de recursos que está sufriendo la España rural y provincial, a pocos es ajeno ya, pues a quien más y a quien menos, de refilón o de lleno, algo le está tocando. Lo que antes sólo se apreciaba al volver de veraneo al pueblo, cada día lo estamos viviendo más en nuestras propias carnes, en un León que se apaga tristemente, y no sólo por la baja intensidad de las nuevas luces de nuestras calles, sino porque el «se alquila», «se vende» o, «se traspasa», adornan más nuestras aceras, que flores quedan en nuestro preciado Paseo De La Condesa.

Cierto es que, por fortuna y por ahora, la provincia aún sobrevive, o malvive, pero no se puede decir lo mismo de miles de municipios españoles que día tras días se están viendo privados de servicios básicos, fruto de los recortes a los que ha llevado la crisis y fruto de la mera supervivencia mercantil, lícita, eso sí.

Pero… sin ánimo de frivolizar con el problema, no así de bromear, si hay algo en lo que nos ha hecho perder a todos la España vaciada es en la desaparición de la esencia de la vida en el pueblo. ¿Quién no recuerda aquellos poyos llenos de mujeres y de hombres (juntos, pero no revueltos), que bajo la luz de la luna entonaban sabios consejos, opiniones, críticas y cotilleos? Probablemente, sin jactarse de ello, aquellos hombres y mujeres eran ajenos a que, de haber nacido unas décadas más tarde, hubieran sido proclamados tertulianos o colaboradores (como dicen ahora), de alguno de los ridículos programas que nos impone nuestra enferma televisión. De haber sido así, quizás, las cosas no estarían como están, sino que la opinión se daría desde el conocimiento, desde el núcleo del problema y desde la sabiduría llana que ofrece la experiencia.

Pero no queremos tanto detenernos en la nostalgia de ello, sino más bien en el cómo ha cambiado la forma de hacerse las cosas en la vida, porque, incluso para criticar u opinar ya no hace falta ir al poyo, si mi abuela levantara la cabeza…

En pocos años las redes sociales han pasado a ser una parte importante de la vida de los ciudadanos, consiguiendo desbancar al mejor corrillo de chismosos, o chismosas (por aquello del lenguaje inclusivo…), siendo la más importante fuente de opiniones, criticas, cotilleos, etc. y sustituyendo, incluso, a aquella de las vecinas que siempre traían el mejor y más fresco chisme.

Seguro que muchos de ustedes han acudido en varias ocasiones a consultar las opiniones vertidas por los clientes y usuarios de un hotel, de un restaurante o de cualquier otro servicio profesional, e incluso las opiniones vistas les han llevado a realizar su reserva en uno u otro lugar. La importante influencia que tales opiniones puede generar en la reputación e imagen de las compañías,se venía solventando a través de la solicitud de una rectificación o retirada de los comentarios en cuestión. Sin embargo, cada vez más se están judicializando estas cuestiones.

Ya existen sentencias que se han pronunciado al respecto, pudiendo señalar, por ejemplo, la del Juzgado Mercantil número 7 de Barcelona, que desestimó la demanda interpuesta por una empresa dedicada a la hostelería contra un famoso portal de opiniones de viajeros. La empresa demandante, en este caso, es dueña de dos locales, e instó la demanda aduciendo que aquel había permitido insertar comentarios/opiniones que causaron un fuerte daño a su imagen y prestigio, por lo que solicitaban una indemnización de 669.000 euros al portal. La sentencia finalmente desestimó la petición de la demandante al fundamentar que el portal demandado había procedido a retirar de la web los dos comentarios sobre la gestión de los restaurantes un día después, e indicaba también que aquél no basa su modelo de negocio «en la mayor o menor reputación de los establecimientos que tienen un perfil creado su web» y que, además, «realiza un doble control de las opiniones que suben los usuarios a la red». En otras ocasiones, las opiniones y/o críticas vienen de la mano de los propios trabajadores de las empresas, pues ya existen portales en los que los trabajadores o ex trabajadores pueden plasmar su experiencia en la mercantil en cuestión, cosa que a veces lleva a despacharse a gusto al enojado trabajador… Más allá de que ello pueda terminar en procedimientos sancionadores, al preverlo tanto el Estatuto de los Trabajadores como los convenios colectivos, hay que tener prudencia y no dejarse llevar por meros impulsos, pues tales comentarios pudieran ser calificados de injurias y calumnias como delitos contra el honor previstos en el Código Penal.

¿Ven lo malo de los avances?, si las críticas, opiniones, cotilleos y demás familia, siguieran quedando en el reducido grupo de vecinos del pueblo, nada de esto estaría pasando. Claro está que… en tal caso, para conocer la opinión del Mesón La Paca, no nos quedaría más opción que intentar hacernos un hueco en el corrillo del pueblo en cuestión, cosa que seguro que no sería nada fácil.
Lo más leído