Javier Zabala: "El cuaderno es un espacio de libertad absoluta"

El ilustrador leonés traslada sus obsesiones como artista a la muestra que hasta el 15 de febrero puede visitarse en el Museo de León y que recoge su producción de los últimos diez años

Joaquín Revuelta
10/01/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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La conversación transcurre de forma distendida el sábado víspera de Nochevieja en la sala principal del museo donde el ilustrador leonés Javier Zabala expone la muestra ‘Obsesiones’ hasta el 15 de febrero. Le recuerdo que tres años atrás había protagonizado en la Biblioteca Pública de la capital leonesa otra muestra algo más reducida con el título ‘Ilustres embajadores’, que entonces estaba organizada por la Junta de Castilla y León. Pregunto a Zabala qué puntos de conexión –si los hay– existen entre ambas exposiciones. «En realidad no tienen mucho que ver. Aquella era itinerante, se hizo en medio de la crisis con unos costes mínimos y en realidad eran copias digitales realizadas a gran tamaño que representaban un poquito mi trabajo hasta ese momento. La exposición que hoy podemos ver es mucho más completa, los materiales que se muestran son originales y comprende lo realizado durante los últimos diez años», señala el ilustrador leonés, que justifica el título de la muestra, ‘Obsesiones’, en una frase que pudo escuchar a Leonardo Padura durante un viaje a Cuba en la que decía: ‘Qué sería de los escritores sin nuestras obsesiones’. Ese comentario se le quedó grabado y a su regreso a Madrid decidió cambiar la manera de exponer su trabajo, hasta entonces desde una perspectiva cronológica, adoptando el punto de vista de sus obsesiones. «Estuve una temporada buscando las obsesiones, las cosas que se repiten en el trabajo sin que tú te des cuenta, y descubrí que son muchísimas», reconoce Zabala, que cita por ejemplo la presencia de las ciudades, los árboles, el cuerpo humano o el rombo de Michaelis, que es una obsesión muy particular suya, y la mirada o ausencia de ella de sus figuras. «En el libro de Hamlet su padre es un fantasma que vuelve para hablar con su hijo y no tiene ojos, porque considero que es la manera gráficamente más fácil de hacer un fantasma. Los pájaros, las migraciones, las lunas... son elementos que se repiten constantemente en mi obra», confiesa el artista, que siempre viaja provisto de un cuaderno en el que dibuja aquello que reclama su atención. «Llevo cuadernos por puro hedonismo y no puedo evitar no hacerlos», confiesa Zabala, para quien el viaje supone una experiencia enriquecedora que en su caso siempre encuentra un reflejo en su producción. «Siempre es así, pero lo que no se sabe en mi caso es cuándo, porque cuando viajo jamás copio lo que veo. Yo siempre dibujo de memoria y normalmente sale seis meses después de haber realizado ese viaje. Para mí el cuaderno es un espacio de libertad absoluta. No me hago ningún planteamiento previo sino que es pura libertad lúdica. Es mi espacio privado y pretendo que siga siéndolo. Otra cosa es que casi todo lo que hago en los cuadernos sale profesionalmente», reconoce Zabala, que a la hora de iluminar obras literarias reconocidas su planteamiento es exactamente el mismo que con un cuaderno de bocetos. «La clave está en la libertad. Tienes que buscar dentro de tí y no buscarlo fuera. Si revisitas clásicos como ‘Hamlet’ o ‘El Quijote’ tienes que trabajar muy desde dentro. Si algo hay que aportar de un cuaderno al libro es la libertad, la frescura. Yo trabajo igual en los libros que en los cuadernos. De hecho te digo que montones de libros parten de los cuadernos», asegura.

El cine es un arte que ha influido en la obra de Javier Zabala, que recuerda la fascinación que le causaron las primeras imágenes de ‘El paciente inglés’ que mostraban unas pinturas prehistóricas africanas y cómo alguien las trasladaba a su cuaderno. «Desde entonces me interesaron muchísimo, más allá de que las tienes en la retina desde hace mil años porque debió ser un país con una gran tradición en ese tipo de representaciones. Todo lo que no está en una película está en una ópera o en una canción», destaca un artista que no deja pasar la oportunidad allí donde va de reivindicar sus orígenes leoneses. «Cuando hablas de algo internacional no hablas de Madrid, París o Nueva York, hablas de los pueblecitos realmente, de las historias pequeñas o locales que todas juntas aportan el carácter internacional».

Javier Zabala es plenamente consciente de sus raíces leonesas, las aprecia, las utiliza e incluso las ha estudiado para su trabajo. «El románico, por ejemplo, está muy presente en mi obra. O la tendencia que tengo a hacer las figuras muy altas y que achaco a que en la provincia de León hay cosas muy esbeltas, como la catedral, los chopos... Me identifico perfectamente con eso, igual que con los colores. Una persona que no conoce sus raíces va mal, sobre todo si te dedicas a esto», argumenta el ilustrador leonés, que reconoce estar viviendo actualmente un momento extraño y de cambio. «Los que nos dedicamos a cosas artísticas estamos en crisis muchas veces, en una crisis entendida como cambio. Hace año y medio que no hago un libro, tengo diez esperándome, y no tengo ahora mismo una motivación especial para hacer libros. He hecho grandes murales y cosas que han ido surgiendo. Ahora tengo que forzarme un poco a ilustrar libros, pues estar un año y medio sin ilustrar un libro nunca me había ocurrido», señala Zabala, que reconoce que tiene diez proyectos editoriales muy interesantes a los que debe hacer frente. «Antes de la Feria de Bolonia tengo que acabar un par de trabajos, si no me matan. Los editores nunca te dan tiempo, el tiempo lo tienes que coger tú. Yo siempre digo que nadie pregunta cuánto tiempo tardó sino quién lo hizo», concluye.
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