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Hasta que llegue su hora

24/10/2020
 Actualizado a 24/10/2020
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Las notas desangeladas de una armónica cimbrean el alma al salir a duras penas del instrumento. Mientras, los resecos labios del niño que la toca luchan por no cerrarse. Si las fuerzas le fallan se precipitará al suelo y su padre, pendiente de una soga y apoyado sobre los hombros de su hijo, morirá ahorcado. Entretanto, un grupo de hombres capitaneados por los gélidos ojos azules de Jack, complemente ataviado de negro, sonríen divertidos esperando un feroz desenlace. La escena aparece como un flashback que el espectador presencia alojado en la mente de Harmónica, uno de los protagonistas de la escena de duelo más larga de la historia del cine entre el citado Harmónica (Charles Bronson) y un inconmensurable Henry Fonda, el malvado Jack, del que el popular John Ford dijo: «¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda?». Pues eso es el cine.

‘Hasta que llegó su hora’. Un spaghetti western de esos que tanto le gustaban a mi padre y que cuenta entre sus méritos con la mítica banda sonora de Ennio Morricone, recientemente galardonado con el Premio de las Artes Princesa de Asturias, junto al también compositor John Williams. El delirante duelo se ve agudizado por un inquietante mundo sonoro con el que Morricone caracteriza a los distintos personajes del film. Entre los motivos melódicos destaca el recurrente de la armónica que transmite una mezcla entre la melancolía por un pasado que se añora y la inquietud ante un futuro que se ignora. Cualquier parecido con la realidad es plena coincidencia. El largometraje está dirigido por Sergio Leone, curioso apellido al que podríamos tunear en su sílaba final colocando una tilde y añadiendo una s para convertir en cazurro. Y hasta cazurrilandia se va a venir el segoviano Luis Ángel de las Heras del que el pasado miércoles, a la hora del Ángelus, conocíamos que ha sido nombrado nuevo Obispo de esta Diócesis Legionense. Sea en buena hora para este claretiano. Precisamente hoy se celebra la memoria de San Antonio María de Claret, fundador de su orden.

Pero hemos de volver al inicio. Dejamos abandonado a nuestro niño al cuidado de un preciado y pesado fardo, exhalando acordes de desgarro en medio de un desierto. Y a dos personajes suspendidos en una escena de agonía temporal, enredados en una incertidumbre dilatoria. No sabemos cuándo llegará su hora, aún la entrevemos lejana y ausente, desasosegados y vacilantes bajo la soga que nos atenaza el cuello, cansados por estas cifras imparables, extenuados por tanta lucha contra enemigos patógenos.

Suplicando por ese momento.

Hasta ese instante en el que llegue, definitivamente, su hora.
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