Hay palabras que nos remiten a la vieja vida comunal o, dicho de otra manera, a la fórmula colectiva para capear ese temporal que durante tantas décadas llamaron forma de vida, lo que nuestro Morala llamaba la ‘sobrevivencia’.
Palabras como concejo, hacendera o la de hoy, la vecera. La fórmula de crear un rebaño con los animales que cada uno pueda aportar, la bella tradición de ver cómo al final del día cada uno se va quedando en su casa al regreso sin más mirada que la del perro.
Suena la vecera a ovejas, al rebaño más habitual, pero entre más fuerte era la vida comunal más variada era la vecera. En la imagen está la de las vacas paridas de Acebedo, anterior era la de las vacas parideras y hasta de cerdos las hubo en algunos lugares cuando la matanza era una religión.
Y hubo pueblos como Prioro, ejemplo de vida comunal, y Acebedo, pueblo de la foto, que llegaron a tener veceras incluso por barrios, el de arriba y el de abajo.