La doble vida del cubo de basura

La última de La Nueva Crónica

Por Fulgencio Fernández y Saúl Arén
01/03/2024
 Actualizado a 01/03/2024
| Saúl Arén
| Saúl Arén

Es una repetida situación pegajosa –el escalón anterior a embarazosa–ir feliz a lucir en la luna delantera del coche la pegatina de la ITV recién pasada, mostrar con orgullo ese 25 que nos da cierta inmunidad cuando te para ‘la pareja’ para pedirte «los papeles».

La maniobra requiere quitar la vieja y en ese momento es cuando se te queda pegada en las manos ¿Dónde ponerla? ¿qué hacer con ella? Tanta felicidad por el trago superado te ha llevado a quitar la vieja sin pensar en el siguiente movimiento.

Y es entonces cuando aparece un clásico de los rotos para los descosidos, el cubo de la basura, tan aprovechado en su interior como, fundamentalmente, en su exterior. Ahí tienes la imagen. Ahí tienes la constatación. Ahí han ido a ‘aparcar’ todas aquellas pegatinas viejas que se habían quedado entre los dedos provocando la situación pegajosa.

Pero el de las pegatinas es solo un ejemplo de la doble vida de los cubos de basura (no hablo de Koldo). 

¿Qué sería de las campañas electorales –sobre todo antes de la irrupción de las redes sociales–si los pegadores de carteles de todos los partidos no encontraran la complicidad de las cuatro paredes de los cubos de la basura? Son de tanta ayuda que se niegan los propagandistas a reparar en la asociación de ideas que desencadena pegar al sonriente candidato como imagen pública de un montón de basura.

¿Qué sería de las fiestas de los pueblos si no pudieran colocar los fosforescentes nombres de las rumbosas orquestas que han contratado para las fiestas patronales a las que te pidan que acudas?
Hasta los cubos de basura tienen en esta tierra una doble vida. País, que diría el gran Forges. 

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