24/12/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
He leído que vas a venir a León y quería agradecerte el detalle. Mis paisanos esperan ansiosos tu llegada. Muchos aquí te adoran, tienes una provincia casi rendida a tus pies. No les defraudes. Seguro que traerás buenas noticias, de esas que se recuerdan cada cuatro años y que te han hecho tan querido en esta parte del mapa. Te esperarán en la estación del AVE, esa plataforma temporal que empezó José Luis y que en breve regresará a su ubicación original, aprieta un poco por favor para que las obras acaben pronto. En el tren habrás notado que los asturianos están que trinan porque nuestra parada y el puerto de Pajares ralentizan en exceso su viaje. A los que bajen para cambiar de vía en dirección a Ponferrada, ni les preguntes. No sé por dónde empezarás la visita. Te lo digo porque, si diriges tus pasos hacia la izquierda, todo recto, verás una ciudad desconocida, no tanto por el futuro Palacio de Congresos que estrenarás el próximo año, sino por las casas que se vislumbran más allá de la rotonda. «El barrio más tristemente obrero» que diría el poeta Gamoneda. Allí conviven viejos, inmigrantes y familias humildes que no sabrán de tu presencia, pues bastante tienen con llegar a fin de mes. Si de casualidad te acercas, volverás a sentir, ahora que hemos superado la crisis económica, ese «inolvidable frío de León; ese frío que cuaja» como te gusta decir. En cambio, si tiras a la derecha, tardas quince minutos andando hasta la Catedral, algo menos si marcas tú el ritmo. Supongo que vendrás con hambre, ten cuidado que, con esto de la Capitalidad Gastronómica, acaban liándote y empiezas la jornada desayunando en el Húmedo. Cuando os sentéis a trabajar recuerda que hay algunos temas pendientes desde tu última visita, los de siempre. Si la conversación gira en torno al carbón, ya sabes, apuntas el dedo hacia Bruselas; sobre agricultura o ganadería, que pregunten en Pucela y, si te dicen algo, que lo dudo, del abandono rural, respondes que en Galicia estáis igual y que se vive fenomenal. No creo que tengas mucho más tiempo para esta gente, así que despídete con algún anuncio de impacto. Por ejemplo, si regresas en avión a Madrid, puedes hacer gala de tu manifiesta deportividad y renombrar el Aeropuerto de la Virgen con un sencillo RZP, al estilo del JFK en Nueva York. Igual es el reclamo perfecto para que alguna aerolínea británica preocupada por el Brexit pida instalar aquí su base. Por cierto, casi lo olvido, ni te preocupes por aquello de la Cuna del Parlamentarismo, total, para lo que te sirve el invento...
Lo más leído