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El tiempo avanza

14/01/2018
 Actualizado a 07/09/2019
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Falta poco más de un año para las municipales y las autonómicas y ya se afilan los lapiceros en las sedes de los partidos. Y en alguna barra de bar que otra. O en algún cenáculo al abrigo de gruesas paredes. Además, mejor escribir con lápiz blando y sin apretar –que no con bolígrafo– porque puede borrarse y apenas deja huella.

En el PSOE leonés, el nuevo ‘mandamás’ provincial, el joven Javier Alfonso Cendón, quiere instaurar la aclamación por primarias para designar a los candidatos. Un peldaño a mayores de democracia interna territorial. Aunque todo se andará. En el PP, donde los silencios resultan, a veces, escandalosos, nadie anuncia nada pero las trincheras comienzan a cavarse.

Va para tres años en que a Silván, a Martínez Majo y al eterno y polivalente –porque vale para todo– Eduardo Fernández –aquella tarde faltó a la cita la que luego sería alcaldesa de Ponferrada, Gloria Fernández Merayo– se les colapsó la boca con la palabra renovación. Era la fiesta de puesta de largo de los elegibles. La puesta de largo de ellos mismos. Todo era renovación. Pero renovación para los demás, naturalmente. Que se lo pregunten al que fuera alcalde en el anterior mandato –que no legislatura, porque en los ayuntamientos nada se legisla– el sosegado Emilio Gutiérrez, a quien, mediante una palmadita en la espalda con guante de seda y a horas intempestivas, y una patada, también por detrás y un poco más abajo –en el culo, para ser exactos–, le arrumbaron de la política activa. Le mandaron para casa sin explicaciones. ¿De qué se le acusaba? ¿De haber gobernado con mayoría absoluta? ¿De haber gestionado adecuadamente la casa consistorial? ¿De qué se le acusaba? Con seráfica sonrisa, no les dio ni la tos a los de la patada en cuestión. Ahora, Alfonso Fernández Mañueco, el presidente del PP regional, anuncia que antes del verano se conocerá el nombre de los principales candidatos para 2019. ¿Habrá, también, patadas en el culo? 

Por cierto, que Gutiérrez –un hombre pacífico, como se ha dicho– está esperando desde entonces una llamada del ‘eterno’ Juan Vicente Herrera –aunque el encuentro fuera de mera cortesía– para estabilizar la situación. El propio Herrera le había dicho: «Emilio, tenemos que hablar; te llamo más adelante». La callada, por respuesta. Nunca, jamás, el presidente de la Junta ha dado la cara, se ha sincerado, con el fin de explicarle a Emilio Gutiérrez los tejemanejes que se produjeron para apartarle de la candidatura a la alcaldía de León. ¿Extraño, verdad? De todas las formas, ya no falta tanto para el verano.
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