El puente de Pedrosa del Rey

Buscando puentes bajo el agua. El Pantano de Riaño atesora siempre que puede las aguas del río Esla... y otros monumentos

Luis Solera Selvi
02/07/2018
 Actualizado a 18/09/2019
El puente de Pedrosa del Rey tan solo puede verse y disfrutarse en épocas del año en las que el pantano de Riano tiene pocas reservas. | LUIS SOLERA SELVI
El puente de Pedrosa del Rey tan solo puede verse y disfrutarse en épocas del año en las que el pantano de Riano tiene pocas reservas. | LUIS SOLERA SELVI
Si el año pasado este lobo matrero decidió presentaros una selecta colección de puentes leoneses del Camino de Santiago, en los próximos números veraniegos, vamos a profundizar en algunas obras pontoneras significativas, ancestrales y enigmáticas que podemos cazar por los arrumbados caminos de pastoreo y trashumancia de este extenso territorio.

La Cañada Real Leonesa Oriental es una amplia red pecuaria que entre cañadas, cordeles y veredas en territorio leonés llega a los 700 kilómetros de longitud. Podemos considerar que su nacimiento puede ubicarse en el Puerto de Tarna, en la raya con Asturias, cuya cota se acerca a los 1.500 metros y desde donde quedaremos seducidos por las bellas panorámicas que nos ofrece sus paisajes.El difícil y peligroso descenso de ganados y pastores se producía por dos vertientes, en función de la climatología o estado de estas vías de trashumancia. Independientemente del camino, ya fuera desde el Valle de Valdosín o desde el núcleo de Maraña, donde nace el río Esla, la cabaña en tránsito se unía, descansaba y se efectuaban los conteos en el amplio valle que se forma en Riaño, zona abducida acuáticamente por el grandioso embalse.

En tiempos pasados, que ya es decir, pues nos referimos a ocho siglos de actividad ganadera trashumante en León, estos rebaños de concentraban en la llamada Merindad de Valdeburón, una comunidad de pueblos aledaños bajo administración del Merino Mayor o Adelantado que solía pertenecer a la cabeza de ese partido ganadero ubicado en Burón.

Si bien es cierto que parte de Burón así como otros pueblos del valle como Riaño, La Puerta o Pedrosa del Rey quedaron sumergidos bajo las aguas del pantano, todavía se puede observar (y admirar) cuando las aguas está muy bajas una obra pontonera verdaderamente paradigmática: El puente de origen medieval de Pedrosa del Rey. El otro puente significativo de esta zona, sin peligro de anegarse, es el de Boca de Huérgano, ahora peatonal pero que hasta hace pocos años, todavía daba servicio a la carretera LE-215 camino de Guardo.

Puente de Pedrosa del Rey

En el paisaje desolador o lunar que muestra el Pantano de Riaño cuando pierde gran parte de su caudal por las duras sequías, como la producida en el año 2017, cualquier observador avisado como este cazador de puentes puede adivinar la pequeña red viaria que comunicaba estos pueblos desaparecidos y pese a la acumulación de arenas y lodos, se descubren retazos de capa asfáltica, hormigonados que reforzaban viejos caños de desagües o tajeas, alcantarillas centenarias de fábrica de sillería que luchan por mantener su verticalidad y presidiendo el conjunto, la vetusta puente de origen bajomedieval que se yergue majestuosa pese a su vestido de partículas de limos de tonos agrisados que, como costras, se adhieren a sus venerables piedras.

Bueno, bueno, este cánido montaraz, acostumbrado al estudio, medición y fotografiado de cientos de puentes, pontones o acueductos por la geografía peninsular, se enternece y emite aullidos de emoción –los lobos no lloran ni ladran– al encontrarse cara a cara con la mítica obra civil. Es julio pleno y aunque lobos o perrilobos han perdido todo su pelaje invernal para andar ligeros, el Quirce sudaba al ejercitar su cuerpo brincando entre piedras y estribos o se encaramaba a los pretiles para observar bien el panorama y al final, rendido y exhausto, tomaba un baño en el enjuto caudal que portaba el río Esla junto a este puente.

Lo cierto es que la obra aún resiste y muestra orgulloso sus tres vanos, el central en arco apuntado y los otros dos que le escoltan, de medio punto. Su tablero es del tipo lomo de asco o a dos aguas, aunque se ha rectificado hace siglos para intentar darle mayor horizontalidad y que los carros o vehículos lo cruzaran en mejores condiciones. Tiene una longitud aproximada de 54 metros y la anchura es de 4 metros incluyendo los fuertes pretiles de piedra que aún subsisten.

De su origen bajomedieval queda la bóveda central ojival construida a base de sillares y dovelas de excelente cantería y algunos lienzos de muro. Los arcos menores, con bóvedas de cañón o medio punto, también disponen de buena fábrica de piedra caliza y los sillares están bien tratados y dispuestos aunque presentan ya una impronta posterior, probablemente modificados cuando se decidió retocar el tablero o calzada de la puente.

Respecto a los contrafuertes que afianzan la obra en sus caras, cabe distinguir entre los tajamares de aguas arriba, uno de sección en cuña con sombrerete escalonado que podría ser original del siglo XV y otro semicilíndrico, más bajo, que se correspondería con la restauración del siglo XVIII pero que semiderruido, fue rehabilitado ya en el siglo XX en una solución grosera a base de morteros de cemento ‘portland’. En su cara contraria o aguas abajo, destacan dos poderosos espolones o contrafuertes cuadrangulares que rara vez presentaban los puentes medievales; en este caso y ante el peligro de las presiones por el peso de la obra en los muros, se decidió incorporar éstos, también a base de sillería bien trabajada y dispuesta, probablemente en época renacentista. En el resto de la obra en muros y estribos, predomina la mampostería irregular en piedra caliza. La cubierta actual se compone de un firme con restos de asfalto con grava y la obra se prolonga en dirección norte, donde todavía subsisten algunas tajeas (pequeños vanos en bóveda de cañón) de excelente factura y en buen estado.

Aunque la estructura del puente aparenta encontrarse sólida, lo cierto es que su situación actual es preocupante. Además de lienzos de muros desprendidos, se observan fisuras importantes en las boquillas o zonas externas de los arcos, así como grietas y deslizamientos en pilas, tajamares y contrafuertes. Para mayor peligro de ruina cabe señalar que, en los días que pude visitar la obra y dada la sequedad de suelos, pude comprobar cómo algunos vehículos del tipo todoterreno cruzaban alegremente el puente, sin que existieran carteles avisando del posible riesgo de ruina.

Muy cerca de nuestro puente y sobre el Arroyo Rimielfo –que cruzaba el viejo pueblo de Pedrosa del Rey– todavía se mantiene en pie un digno pontón de piedra tan antiguo como nuestro bello puente.

Termino el artículo con una mínima reflexión sobre el tema: el puente de Pedrosa es un monumento civil que se debe conservar, pues en la colección pontonera leonesa de carácter histórica escasean estructuras semejantes. Hay que hacer un esfuerzo económico y cultural para rescatar esta joya de las aguas del pantano y deben involucrarse los organismos oficinales, empezando por la propia Junta de Castilla y León, la Confederación Hidrográfica del Duero, Diputación y municipios de proximidad. Todavía estamos a tiempo.

El acceso a nuestro puente se puede hacer a través de la carretera nacional N-621, pues aproximadamente en su PK 98 existe una vía de tierra que baja al lecho del pantano cuando no hay caudal y nos permite acceder hasta la propia obra. La otra posibilidad es alcanzar Boca de Huérgano por la citada N-621 para seguir por la provincial LE-215 hacia el sur y coger a la derecha la vía local LE-234 hasta una bifurcación de nuevo a la derecha a la altura del desparecido Pedrosa del Rey cuya vía de tierra y grava nos llevará hasta el puente y su entorno.

Salud y buena ruta a lectores y curiosos por parte de este humano que, sin darse cuenta y en ocasiones, muta en lobo audaz para ejercitarse en un arte venatorio inusual para cazar monumentos pontoneros.


Más información: https://loboquirce.blogspot.com/2018/06/puente-de-pedrosa-del-rey-pantano-de.html
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