El insulto de repartir el dinero de los ricos entre los pobres

M.C.
08/11/2018
 Actualizado a 17/09/2019
Como es tradicional en plena época preelectoral queda abierta la veda para escuchar las mismas promesas de siempre, con las que los políticos pretenden embaucarnos.

Por ejemplo, lo de subir los impuestos a los ricos estaría muy bien si no fuera porque a la hora de aplicar medidas, resulta que llegan a la conclusión de que ricos somos la mayoría de nosotros. Lo cual es comprensible si verdaderamente pretenden recaudar más, porque salvo gloriosas pero puntuales excepciones, los que tienen dinero saben muy bien como sacudirse el fisco.

A riesgo de parecer un pecador capitalista, tal vez los obreros deberíamos de replantearnos este tipo las reivindicaciones económicas y valorar objetivos más próximos a los intereses de la clase media. Porque no en vano es el proporcional tamaño de esta en una sociedad, lo que nos da pistas de hasta qué punto un sistema social es lo suficientemente justo como para brindarnos oportunidades.

Me temo que los políticos populistas que pretenden presentarse como Robin Hood, dispuestos a coger el dinero de los ricos para repartirlo entre los pobres, no hacen sino insultar nuestra inteligencia.

He incluso me gustaría pensar que los nuevos partidos surgidos del desencanto generalizado más impresionante de nuestra historia reciente, lejos de instalarse en utopías, terminarán aterrizando en la sensatez, de por ejemplo, reivindicar el estímulo de las pequeñas y medianas empresas, o echar una mano a autónomos y emprendedores.

En un país que ha alcanzado una accesibilidad a la sanidad y la educación mejorables, pero aceptables, el verdadero problema de alguien que se siente en el pozo, es que sus hijos no puedan aspirar a otro estado mejor.
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