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El cartabón calibrado

22/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Hablaban en Cármenes de un cartabón calibrado que por un lado sacaba la escuadra hipotenusa y por el otro cortaba los cristales milimétricamente. En sus veinte años allí, el cronista no logró nunca echarle el ojo al instrumento. Pero no duda de su existencia. Y es que cada día se hace más indispensable disponer de fórmulas imaginativas para falsear las mañas de la realidad. El gran Fulgencio, hombre de muchos saberes, y ‘master’ en el deporte de la lucha leonesa, explica que ésta dispone de todo tipo de recursos para defenderse de la caída fatal y que estas mañas son indispensables para desbaratar las que el contrario te pretende tender.

En esas anda ahora el cronista, buscando el modo de falsear las nuevas trampas que van surgiendo en el separatismo catalán. La última, el constatar que el separatismo-nacionalismo, ha comenzado a hacer mella en León. Por ejemplo el drama personal de algunos leoneses, que, teniendo hijos e hijas en Cataluña, se encuentran en vacaciones que ha aparecido un muro cuando los oyen declararse partidarios del procés. Y se quedan patidifusos. Una plaga más a añadir a la de los geranios, los negrillos, las uvas, y la despoblación que azota nuestra tierra. Una nueva vuelta de tuerca en el embrollo. Otra maña a falsear.

Escribe Joan Margarit en su recientísima autobiografía, titulada. ‘Para tener casa hay que ganar la guerra’ que los catalanes han conseguido algo muy difícil, que es conservar su lengua (el catalán) pero no han conseguido un Estado propio. Y lo atribuye a que nunca se han interesado en conseguirlo, al no disponer de un ejército y una propia Administración. Y, siendo así las cosas, (que tal vez lo sean puesto que la lengua aparece como único nexo de unión) no se entiende bien que unos leoneses exiliados en Cataluña se sientan nacionalistas catalanes tan solo porque su mujer y sus hijos hablen catalán.

Se trata, pues, de la ‘herida’ de la que habla Margarit, gran poeta, arquitecto, e intelectual, con antepasados charnegos de baja condición: «El abuelo y la abuela soportaban una misma herida: la infancia». Esa herida que parece se abre en las carnes de algunos leoneses, asturianos, andaluces, extremeños, y demás, al comprobar que sus nietos «pasan de ellos» porque no hablan catalán.

Faltan herramientas capaces de falsear las mañas de los separatismos e independentismos. Pero el único cartabón calibrado que conoce el cronista es la historia, la Historia con mayúsculas. Así, sin más. La desmitificación de los héroes como Companys, republicano, presidente de la Generalidad en 1936, venerado héroe, animador de patrullas que asolaban a quienes no pensaban como él.
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