Por el monte Turcia

El recorrido parte de las inmediaciones del Santuario de la Virgen de la Peña, en Congosto

Francisco A. Ferrero
05/03/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Ubicación de la ruta de senderismo ‘Un paseo por el monte Turcia’, en Google Earth.
Ubicación de la ruta de senderismo ‘Un paseo por el monte Turcia’, en Google Earth.
La ubicación del Santuario de la Virgen de la Peña a 170 metros sobre la rasa de Congosto, hace que, para muchos, merezca el calificativo de ser «el balcón del Bierzo».

De camino al Santuario es obligado pasar por el hermoso pueblo de Congosto. Su nombre, derivado del latín ‘angustiae’ hace referencia al valle angosto que se sitúa bajo la localidad, que da salida al río Sil entre los tesos de Los Navallos y el Monte Meno. Después del estrecho y profundo cañón, de unos 5 km de longitud y labrado entre cuarcitas y pizarras negras ordovícico-silúricas, que abarca desde Santa Marina del Sil hasta Congosto, aparece un amplio valle, hoy ocupado por las aguas del embalse de Bárcena.

Congosto fue cuna de Álvaro de Mendaña (1541-1595), navegante y descubridor de las islas Salomón y Marquesas. Conserva una interesante arquitectura rural en torno a una iglesia parroquial que no guarda armonía con el conjunto. La antigua iglesia fue quemada durante la contienda de la guerra civil y actualmente vemos una iglesia construida en 1969, y un campanario, ligeramente separado del edifico parroquial, edificado en 1988. Saliendo del pueblo, en dirección al Santuario de la Virgen de la Peña, nos despide la coqueta ermita del Santo Cristo, fechada en 1898.

El Santuario está documentado desde el siglo XIII (Cartulario de San Pedro de Montes) e inicialmente fue una diminuta ermita conocida como ‘Santa Maria de la Peña’. Su capellán más sobresaliente fue Gabriel de Aller, que restauró la primitiva iglesia en el siglo XVI e hizo de ellaun «Santuario grande y capaz». Desde 1746 el lugar se convirtió en una hospedería, que perduró hasta bien entrado el siglo XIX, dedicada a niños expósitos (que adoptaban el apellido ‘de La Peña’) y a los peregrinos que por aquel tiempo viajaban a Compostela por el itinerario de Congosto, más tarde convertido en el Real Camino de Postas de Madrid a La Coruña. Todo el complejo religioso, levantado con tanto esfuerzo entre los siglos XIV al XVIII, fue asaltado por las tropas napoleónicas en 1808, exclaustrado en 1835 a consecuencia de la Desamortización de Mendizabal y finalmente, en 1936, fue devorado por las llamas quedando solamente en pie parte de la torre de la iglesia. Con el incendio se perdió la imagen de la Virgen que se había tallado por orden de Gabriel de Aller.

En 1943-1944, por suscripción popular, se talló una nueva imagen de Nuestra Señora de la Peña y, más adelante, en la década de los años 50 y gracias a la implicación de la familia del matrimonio alemán F. Honigmann-Juana Bayer, se reconstruyó la iglesia hasta el estado como la conocemos hoy en día. Federico Guenter Honigmann y Kirdorf, conocido como ‘el alemán’ o ‘Don Federico’, era un protestante que fue ingeniero jefe y director general del Coto Minero Vivaldi, situado a los pies del santuario, bajo la barriga del embalse de Bárcena, contemporáneo del también conocido como Coto Wagner. Don Federico fue el valedor económico de la reconstrucción del santuario y aprovechó también para construir su propia casa (Granja La Peña) al lado del Santuario; un ‘nido del águila’, tan propio de los teutones, desde donde controlaba toda la explotación de hierro. El magnífico edifico, hoy dedicado a restaurante-cafetería, tiene una terraza abancalada que es obligado visitar.
Del antiguo monasterio solo se conserva la robusta iglesia y algunas ruinas. La antigua hospedería ha sido sustituida por un moderno edificio hotelero. Los tres edificios, alineados sobre la cornisa, compiten acaparando las mejores vistas sobre el acantilado que hay bajo sus pies.

Tras este breve paréntesis histórico, y antes de iniciar el recorrido, es aconsejable posar la mirada sobre la entrada sur del Santuario: una atalaya natural que permite tener una panorámica de 180º. En la bisectriz del ángulo visual se encuentra, prevaleciendo en el paisaje, el embalse de Bárcena y la central térmica de Compostilla. A la izquierda, el pico del Redondal y los alargados pueblos que se asientan sobre su piedemonte; al frente, las Peñas de Ferradillo que marcan el inicio de la majestuosa Sierra de los Aquilianos que desde aquí se aprecia en toda su magnitud; a nuestra derecha, la Sierra de Ancares y la destacada Peña do Seo. Ásperas sierras cuyas cumbres permanecen nevadas muchos meses al año. Bajo nuestros pies, pizarras negras colonizadas por retorcidos encinos que desafían la gravedad. Más allá, los numerosos pueblos situados sobre las vegas y terrazas de los ríos Boeza y Sil.

La lámina de agua del embalse de Bárcena domina una gran parte del espacio visual, es como mirar al mar. La presa, con 109 metros de altura, y puesta en carga en el año 1959, fue la obra pública de mayor envergadura conocida en el Bierzo hasta entonces. Creó un almacén profundo que ocupa una superficie máxima de alrededor de 1.000 hectáreas y 11 kilómetros hasta la cola. Visto desde el aire, se asemeja a un enorme dinosaurio capaz de albergar 340 millones de metros cúbicos de agua, el de mayor volumen de la provincia de León tras el embalse de Riaño, y el tercero de la cuenca del Miño-Sil, sólo superado por los embalse de Belesar (Lugo) y Las Portas (Orense).Su construcción obligóa desalojar los pueblos de Posada y Bárcena del río, hoy sepultados bajo las aguas. También a realizar una nueva variante, más elevada, del ferrocarril comarcal minero Ponferrada-Villablino. Entre los muchos usos del embalse, hoy insustituible, está la refrigeración de la central térmica de Compostilla II, hoy por hoy la de mayor potencia de Castilla y León.

Nada más iniciar el recorrido veremos un amplio depósito de agua excavado en esquistos; fue utilizado para proveer de agua a la casa del alemán y abastecido desde la conocida como Fuente de Los Frailes. Desde aquí el camino continúa entre encinos y pinares negrales de repoblación hasta alcanzar el pequeño collado herbáceo del Pradillín, desde donde parten varios caminos. Continuaremos por el de la misma dirección ascendente que traíamos, hasta alcanzar, al noreste, las canteras de cuarcita de Peña Viciosa (cantera de Cobrana). Estas canteras abastecieron de sílice a la factoría acerera de Roldán para las aleaciones de ferrosilicio y dejaron al descubierto geodas rellenas de esbeltos prismas de cuarzo cristalizado muy valorados por los coleccionistas.
El camino que bordea la Peña proporciona unas magníficas vistas del pueblo de Cobrana, que oteamos desde casi 300 m de altura. Se observan algunos alcornoques aislados que colonizan el monte, procedentes del amplio alcornocal situado a cotas inferiores. Siguiendo el itinerario marcado en el plano guía, que bordea un poderoso crestón de cuarcitas, el camino nos dirige a la caseta de la cumbre de Los Navallos, vértice geodésico situado a la cota 1120 metros.

Desde aquí se sigue por el cortafuegos cimero, paralelo a larga espina dorsal de cuarcitas que atraviesa longitudinalmente el monte de Los Navallos, hasta alcanzar las Peñas de la Riestra. El afloramiento rocoso adopta aquí una forma plana y amesetada mostrando en su superficie marcas de fricción, unas estrías típicas conocidas como “espejo de falla”. Son producidas en los planos de falla cuando una roca se mueve de forma rápida sobre otra en estrecho contacto y alta presión, ello produce que ambas desarrollen una especie de pulido con surcos lineales que marcan la dirección del movimiento. En el terreno afloran hidróxidos hierro y manganeso que tiñen las rocas de colores oscuros.

Las vistas desde este mirador natural son magnificas, destacando, hacia el SO, la salida del cañón del Sil hacia el embalse de Bárcena custodiado por la Central Térmica de Compostilla y el Santuario de la Virgen de la Peña. El camino continua descendiendo por la línea cumbrera hasta interceptar uno de los abundantes caminos que sortean la cintura del monte y que nos conducen de nuevo al solar del antiguo monasterio. Durante el transito final, el largo remanso del embalse de Bárcena nos acompañará durante el recorrido, mientras, en el horizonte, observamos las grandes bocanadas que exhala el complejo térmico. Durante el trayecto habremos identificado la secuencia estratigráfica de los materiales que componen este territorio. En la zona basal, la potente serie de pizarras azuladas, objeto de explotación industrial en el pasado, que muy puntualmente contienenmarcas de olas y restosfósiles de bivalvos, trilobites y graptolitos; testigos de una costa muy lejana en el tiempo y espacio. Adosadas a ellas, afloran esquistos de color gris-verdoso que rompen de forma astillosa y, coronando la formación, cuarcitas muy duras impregnadas en óxidos de hierro y atravesadas por diques de cuarzo. Aquí asoman las rocas más representativas del territorio berciano.
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