El Banco de Tierras partió de una idea sencilla, poner en contacto a los propietarios para que cedan sus fincas en desuso a personas dispuestas a explotarla, y la ‘condimentó’ ofreciendo condiciones ventajosas para los dueños y cursos de formación para los arrendatarios, una forma de maximizar al máximo los recursos agrícolas de la comarca.
También para defender su patrimonio. Gracias al Banco de Tierras, el Consejo Comarcal ha conseguido evitar el abandono de 80 hectáreas de viñedo viejo, una iniciativa que alabada por los viticultores bercianos. «El viñedo viejo es un patrimonio irremplazable, se deberían buscar más fórmulas para protegerlo», explica Miguel Bea, arrendatario de siete hectáreas del catálogo de fincas del Banco de Tierras.
Para el viticultor, defender el viñedo viejo es «defender nuestra propia historia» y también pide que se siga luchando por el sector agroalimentario, eso sí, acordándose de los productores. «Si hay fincas abandonadas es por algo, hay que preguntarse por qué se abandonan. El siguiente paso debe ser incrementar la ayuda a los viticultores», señala.
Bea resalta la importancia de la mediación del Consejo y la labor de «asesoramiento» de la institución, que esperan que se convierta en la llave para dar paso a la siguiente generación. «Conseguir hacer apetecible y rentable el sector para los más jóvenes sería un éxito», apostilla.
A golpe de ‘app’
Para ‘rejuvenecer’ el sector y potenciar el consumo de productos de proximidad, como los cultivados en las fincas arrendadas, el Consejo Comarcal dispone de una ‘app’ que pone en contacto a los productores agrícolas locales con los consumidores, una salida directa al mercado.