Pablo Ovalle está detrás de una reflexión que no nos hacemos al asistir a una congregación gastronómica y, ahora que se reproducen los magostos, a los que luego seguirán los botillos, el creador de Proyecto Orbanajo abre una nueva mirada “no somos conscientes de los residuos que se generan”. En una cuenta fácil matemática él tiene claro que si en un festín de calle se da plato, cubiertos, vaso y servilleta a cada comensal, cuanto más audiencia, más residuos contaminantes, porque “es difícil que se cuide que no se genere residuo”. Y, es que, tiene claro que no sirve que los utensilios que se ofrezcan sean reciclables “porque vemos como se tiran al contenedor genérico y no se separan”.
Así, cualquier esfuerzo inicial acaba, nunca mejor dicho, en la basura. Por eso Ovalle ha creado un movimiento en el que pide que cada uno lleve su propio plato y útiles para comer “debemos de salir de esa comodidad e intentar no generar residuo”, pide. Por su parte, ha conseguido que el Ayuntamiento de Ponferrada facilite vasos de metal en la última marcha solidaria realizada “son cambios que se van consiguiendo poco a poco”, dice y que no son tan difíciles.
Pide que los organizadores de estos eventos piensen en los residuos que se generan para poder instar a realizar iniciativas nuevas. Como idea aporta la de cobrar por platos de barro grabados con la actividad a realizar como recuerdo “sería una manera de no generar ese residuo”. Ovalle prepara ya las maletas para viajar a Páramo del Sil y participar en su XVI Magosto tradicional y mercado. Lo hará con un taller de torno en vivo . En él trasladará ese mensaje de cuidado ambiental para generar una corriente ecológica importante “tenemos que saber que con actos individuales podemos hacer mucho”, dice esperanzado.