Metamorfosis

Gregorio Esteban Lobato
14/04/2024
 Actualizado a 14/04/2024
Remodelación de la Escuela Hogar, a punto de abrirse como residencia universitaria. |MAR IGLESIAS
Remodelación de la Escuela Hogar, a punto de abrirse como residencia universitaria. |MAR IGLESIAS

De patito Escuela-Hogar ‘Las Encinas’, a cisne Colegio Mayor Universitario ‘La Tebaida’. De fachada con ladrillo visto de color oscuro, a enlucido exterior de blanco nuclear. De internado para Educación Primaria y Secundaria, a residencia para Educación Universitaria.  De escolares del Bierzo, a estudiantes de todo el mundo. 


Jesús y Berna, Berna y Jesús, han ejercido durante décadas la dirección de la Escuela-Hogar de Ponferrada, con Matrícula de Honor, porque lo hicieron con mucho cariño. Estaban al frente de un excelente equipo de profesionales que se encargaban de los dormitorios, la manutención, la atención sanitaria, los deberes, los refuerzos, los paseos diarios, las actividades extraescolares, deportivas, culturales y las excursiones; pero sobre todo de la comunicación con las familias y con el profesorado, principalmente del desaparecido Colegio “La Puebla” (después “Luis del Olmo”). Además, el Ministerio de Educación y Ciencia facilitaba, durante los meses de julio y agosto, en esas mismas instalaciones, mediante un grupo de monitores/as, la celebración de Vacaciones (Colonias) Escolares. Se trataba de niños/as de la costa gallega, que por turnos pasaban quince días disfrutando de las singularidades de Castilla y León, mientras que colegiales del interior hacían otro tanto junto a las playas de Galicia. 


También se puede decir que Ponferrada ha experimentado una mayoría de edad, una llamativa metamorfosis. De villa más o menos agropecuaria (con importantes ferias de ganado donde ahora está el Colegio Campo de la Cruz), a 'Ciudad del Dólar’, gracias a diversos factores de desarrollo, entre los que cabe destacar las toneladas de carbón transportadas por el ferrocarril de vía estrecha (Ponfeblino) a través de la cuenca del Sil, y las de mineral de hierro, que llegaban en trenes de vía ancha, procedentes de la cuenca del río Boeza. De calles con adoquines, a modernas calzadas, semipeatonales algunas. De la Plaza de Abastos y las tiendas de barrio, a los grandes supermercados y centros comerciales. De las fondas y las cantinas con bandera blanca encima de la puerta, a bares, cafeterías, hoteles y restaurantes de categoría. 

Imagen de cómo era la Escuela Hogar.
Imagen de cómo era la Escuela Hogar.


La Escuela-Hogar de Ponferrada también forma parte ya de la histórica “Ciudad del Dólar”, ese filón considerable no solo de interesantes edificios y comercios, sino también de  fundiciones (Sicalor, Bóveda, Viloria, Porras y la de los talleres de la Minero Siderúrgica de Ponferrada), marmolerías (García y Manceñido, han dejado esmerados trabajos en fachadas, portales, escaleras, mostradores, escaparates y panteones). Casi no existía el paro ni el sobrepeso.

Era fácil encontrar  ebanistas, carpinteros, aserradores, fontaneros, electricistas, vidrieros, torneros, herreros, hojalateros, ferreteros (Villarejo), vinateros, cuberos, albañiles (había concurso de albañilería en el programa de Fiestas de la Encina), marmolistas, escayolistas, sastres, zapateros, barquilleros, heladeros (La Jijonenca y La Moderna), fotógrafos, impresores, libreros, carboneros, carreteros, mecánicos, camareros/as, médicos (hermanos Orduña), profesores de academias (Mercurio, Lamelas), enfermeras, picadores, barreneros, ferroviarios, maquinistas, fogoneros, guardagujas, veterinarios/as, policías municipales, serenos, mecanógrafas, taquígrafas, locutoras, farmacéuticas, modistas, bordadoras, curtidores, guarnicioneros, quiosqueras, tenderos (almacenes Bodelón), carniceros (casquerías y carne de caballo), pescaderas, panaderos, confiteros, churreros, lecheras, chocolateros (Tabuyo, La Mina), barberos, estanqueros, corseteros, calceteros, colchoneros; así como carteros, barrenderas, basureros, pinches, botones e hotel, aprendices, peones, mozos de estación (con remolques de tres ruedas), recaderos, limpiabotas, por no hablar de las espaciosas salas de cine (operadores, taquilleras, acomodadores), de fiestas… Y pintorescos vecinos como Dominguín y Ceferino. El Hotel Lisboa y el Hotel Madrid también fueron importantes para la Ciudad del Dólar. El que ahora se recupere una parte de aquel tiempo, es muy de agradecer y celebrar. La avenida de La Puebla vuelve a tener un local donde tomar un café. Felicidades Café Madrid.


Gregorio Esteban Lobato es profesor y escritor berciano.
 

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