Las peculiaridades de esa seta que le da nombre a la agrupación podrían iniciar un expediente que la convirtiera, en un futuro, en la octava marca de garantía berciana. Pero Bernardo reconoce que hay que ir dando pasos hacia ello y el primero y principal es la puesta en marcha del parque micológico que, desde hace más de un lustro, lleva trabajándose.
Desde el Consejo Comarcal, entidad que ha desarrollado la futura norma y conseguido las 10.000 hectáreas con las que se pondría echar a andar, se ha llevado la normativa por la que debería regirse el parque, a pleno. Solo faltaba por corregir una deficiencia en esa norma, referente a los abonos especiales de recogida para los vecinos de las zonas que estén acotadas, y para los aficionados del Bierzo. Pero ese particular ha frenado el desarrollo del parque, que no llegará a activarse para esta temporada de setas.
Bernardo confía en que se tenga en cuenta el desarrollo que podría activarse a través del sector micológico, las necesidades de alternativas en la actualidad y la posibilidad de acceder a ayudas, para que se le dé al interruptor y se acabe con el parón de un proyecto que ve como un primer paso. «Tenemos que hacerlo ya», asegura.
La Cantharellus cibarius es una seta abundante en la comarca, que nace a los pies de los robles y castaños y que sale dos veces al año, en primavera y otoño. El kilo de esta seta puede suponer entre 8 y 10 euros en origen, (actualmente a 23 euros /Kg en Madrid) pero lo importante sería que, a través de estas y otras setas de la comarca, se generara una cooperativa o una empresa de transformación, donde realmente llegan los beneficios. De hecho, Bernardo asegura que la comercialización de la seta berciana es amplia.
Se va a las zonas del Mediterráneo, pero es allí donde duplica o llega a triplicar su precio, algo que pierde la comarca por no haber iniciado ese camino de parque micológico de setas, que considera que sería clave para comenzar a trazar un círculo de desarrollo económico. En él se situaría, por un lado el Consejo Comarcal, porque Bernardo apuesta porque el parque no dependa de manos privadas «a las que, si les va mal, se van a ir». El Consejo aglutinaría las hectáreas seteras de las juntas vecinales y podría contratar a profesionales que se hicieran cargo de la vigilancia y el establecimiento y cobro de permisos en el parque.
Pero además asegura que podría asociarse esta futura industria con la de la castaña, más avanzada en la comarca. Bernardo considera que la forma de limpiar los castaños afecta a las setas y se podría pedir a los castañicultores que lo hagan de forma manual, sin utilizar productos químicos que pueda procesar la seta. Pero además considera que las nuevas plantaciones podrían hacerse con plantas micorrizadas, ya preparadas para la micología. Así se lo han pedido a la Asociación de castañicultores Tres Valles para avanzar en el desarrollo micológico, pero ese tipo de plantas tienen un precio superior, por lo que Bernardo considera importante subvencionar la demasía desde el Consejo Comarcal para completar ese círculo.
En el parque micológico también coge la industria investigadora, que podría poner en valor la micología a través de cursos y de estudios para conocer los requerimientos de distintas especies, como la necesidad de vedarlas.
Augura un año «bueno»
Bernardo augura un año de setas «bueno», porque la climatología le ha sido favorable. El año pasado lo fue también, pero se sumó una peculiaridad que no se había vivido antes, la falta de presión recolectora en pandemia. Y eso benefició a la cantidad de setas que hubo en el campo, por lo que el presidente de Cantharellus asegura que es algo que aprender, que vedar alguna seta puede ser beneficioso para mejorar su producción. Aunque esta campaña no habrá parque micológico aún, Bernardo confía en que «los políticos del Consejo Comarcal lo hagan porque es algo importante» y pueda activarse en enero de 2022. De todas maneras, Manuel Bernardo asegura que desconoce en qué punto está el tema porque no tiene información al respecto, pese a ser la única agrupación micológica de la comarca. Para ello, desde la Asociación se han implicado en realizar cursos de extensión universitaria en el Bierzo y en León, porque reconoce que la venta de setas del Bierzo ha crecido, sobre todo de cara al mediterráneo «y se está sacando también mucho dinero del permiso de los cotos en otras zonas».
Crear una cooperativa o una industria de transformación sería el siguiente paso para la micología berciana, algo que desde Cantharellus intentan dar a conocer desde sus jornadas micológicas y cursos. Se están centrando en la formación porque asegura Bernardo que es imprescindiblepara el desarrollo de la micología «porque se necesita formación específica para comercializar setas, pero no se define esta formación». También asegura que hay que tener experiencia «pero en el Bierzo ya hay personas que podrían hacerse cargo de estos temas».
En Cantharellus notan cada vez un mayor seguimiento de la micología. Son los únicos que ayudan a identificar las setas recogidas desde el local que les permite ocupar el ayuntamiento de Ponferrada, en los bajos de la plaza de Abastos de Ponferrada. Lo hacen de manera gratuita «ayudando a que la gente no se intoxique», porque reconoce que las setas hay que identificarlas una por una y «no jugar a descartes. Tenemos que saber lo que comemos».
Por el momento, desde el 13 de septiembre, día en el que comenzaron su trabajo, han comenzado a recibir setas«sobre todo macrolepiotas, pocos boletus algunos agaricus y estas semanas sí va a empezar a haber setas», dice.
Formarse para crecer
Bernardo hace hincapié en la necesidad de ofrecer formación para poner a girar esa rueda de desarrollo micológico. Para comercializar setas se requiere esa formación, pero no se especifica cuál. No descarta que en un futuro, el campus del Bierzo pudiera acoger un máster sobre esta especialidad.
Mientras, lo que se hará este año es un curso de extensión universitaria en León y en el Bierzo. En la comarca será del 21 de octubre al 5 de noviembre y contará con un elenco de profesores especializados entre los que destaca el botánico Arsenio Terrón, director de la Ciuden.
El curso pretende dar información básica sobre el valor ecológico, la recolección, pero también sobre conservación, identificación y procesado en la cocina.El número máximo de alumnos a los que se dirige es de 30 y contará con 52 horas presenciales y 35,5 de trabajo individual del alumno. Además, en noviembre se hornean las XXVI Jornadas micológicas, con concursos de dibujo, pintura y manualidades entre otra cosas.