jose-alvarez-guerrab.jpg

Día Mundial de la Arquitectura

08/10/2021
 Actualizado a 08/10/2021
Guardar
Volviendo la vista atrás, bastante atrás pero no demasiado, uno recuerda la celebración del día del Padre, de la Madre y, en otro orden de cosas, el del Cáncer, de la Cruz Roja y del Domund (o, comodecíamos, ‘para los chinitos’, ¡quién nos ha visto y quién nos ve!).

Y pocos ‘días’ más se celebraban entonces.

Ahora, vivir para ver, me temo que no los hay suficientes en el calendario para celebrar la sonrisa, el mayor, el menor, la salud y montones de cosas más, incluida, por qué no, la Arquitectura, cosa sucedida el pasado 4 de octubre.

Dudo, no lo sé,si en todas estas celebraciones se trata de un hacer un homenaje y/o reconocimiento, o de llamar la atención sobre el tema de que se trate en cada momento, dados los variopintos asuntos de la lista, lista que, por cierto, ya me gustaría saber quién hace.

Sobre el que nos ocupa, el Día de la Arquitectura, se trata de lo segundo.

La arquitectura es una de las Bellas Artes, al menos así la clasificaron los griegos, aunque no siempre, ni mucho menos, y por muy diversos motivos, deje este valor artístico bastante que desear: mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.

La arquitectura está en nosotros, a todo nuestro alrededor. Estamos y vivimos en ella, y cuando digo ‘vivimos en ella’ probablemente no nos damos cuenta de hasta qué nivel.

Porque no solamente vivimos como personas y familia, en cocinas, salones y habitaciones. También lo hacemos en los cines, restaurantes, iglesias… Estamos rodeados por la Arquitectura.

Probablemente es que los árboles nonos dejan ver el bosque y por ello nos quieren (queremos) llamar la atención, hacer ver que todo ese conglomerado de edificios, resultante de una mezcla de necesidad, negocio y arte, tiene una trascendencia que va mucho más allá de la grieta, la filtración de agua o el fallo de alguna instalación, que es de lo que habitualmente nos acordamos de ‘las casas’ que unos promovieron, otros proyectaron y otros construyeron.

Y surge una pregunta: toda esa arquitectura, que nos envuelve y en la que vivimos desde que nacemos hasta que nos llevan al valle de Josafat, debe ser consecuencia de unas necesidades y demandas o, por el contrario, nos debe dirigir a una forma de vivir.

Años ha, en mis mocedades, cuando empecé mis estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid, una de la media docena que entonces había (hoy hay, creo, cuarenta y tres), recuerdo que un profesor, bastante ampuloso él, nos dijo: «tengan en cuenta el mandato y alto honor que ustedes tienen, pues ustedes van a enseñar a vivir a la gente». Entonces hasta me lo creí (uno era, como ya dije, joven, además de inexperto).

Que la arquitectura influye en nuestra forma de vida es verdad, aunque quizás no tanto como el recibo de la electricidad (es broma). Un ejemplo: vivir en uno de los nuevos polígonos de bloques separados y extensas superficies de suelo libre no tiene nada que ver con hacerlo en un uno que forme parte de una manzana de cualquier calle del la antigua ciudad: ni el trato con los vecinos, ni la vida en el exterior del edificio tiene nada que ver.

Así que, sin duda, lo que la arquitectura hace, influye en nuestras vidas. Menos de lo que el ampuloso profesor nos decía, pero influye, con sus aciertos y sus errores.

La pregunta del millón es si la una (la arquitectura) debe moldear a los otros (los usuarios) o viceversa. Yo diría que en el medio está la verdad (uno es Libra y no lo puede remediar).

Y, en última instancia es la arquitectura la que tiene que responder a las necesidades y cambios de la sociedad con la máxima calidad no exenta de ese toque de arte que le es propio. Lo contrario lleva a sonoros fracasos.

Hay un ejemplo clamoroso. LeCorbusier (q.e.p.d), arquitecto que marcó profundamente este campo, planteó su Unidad de Habitación en Marsella, un bloque de viviendas radical, absolutamente diferente a lo existente hasta el momento, proyectado como una máquina para vivir, medido, se suponía, para lo que el usuario debía tener. Fue un rotundo fracaso, nadie era capaz de vivir en él más allá de un corto tiempo, no obstante lo cual aún hoy se le considera un hito y fuente de estudio, posiblemente porque de los fracasos también se aprende.

En todo caso, la arquitectura está a todo nuestro alrededor como elemento de nuestra vida diaria y más allá de la propia materialidad de los edificios.

Quizás por ello a nivel mudial se haelegido el lema AHORA LO HACEMOS POSIBLE. Se tratade poner de manifiesto el papel clave de los arquitectos como agentes de la arquitectura para atajar los desequilibrios medioambientales y construir un futuro mejor para todos.
Lo más leído