10/02/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Pues ha llegado el día, uno de esos momentos que nunca imaginas o que ves tan lejos que crees que nunca van a llegar: la elección del colegio de tu hijo. Esa situación lejana, que mirabas allí en la distancia, ¡ya está aquí!, emocionándote (al menos en mi caso), hasta el punto de hacerme pensar en lo rápido que pasa el tiempo y que el bebé que hace no mucho teníamos en casa, en unos meses se ha convertido en un niño que comenzará una nueva etapa en un mundo exterior lleno de orcos peligrosos, de horarios y obligaciones que le tendrán jodido hasta que se jubile, a no ser que me salga politólogo, en cuyo caso vivirá como un torero de cartel.

En menos de un mes muchos papás tendrán que escolarizar a sus hijos, realizando la pormenorizada selección de colegios para rellenar la terna que te pide la Consejería de Educación.

Me cuentan que antes, en función de donde vivías te tocaba el colegio de tu distrito o barrio, pero ahora eso ya no ocurre. León es distrito único y todos podemos solicitar todo, con lo cual el abanico de opciones se hace más amplio, multiplicándose las dudas.

Viendo que la fecha está ahí, y con el miedo a dejar a tu hijo sin escolarizar y que le tengan que educar los abuelitos en la biblioteca con tebeos del Jabato o el capitán Trueno, ‘#lamadreenapuros’ y yo, decidimos empezar la ruta de visitas de colegios en la capital de la gastronomía.

Uno asume que los colegios han ido a clases de técnicas de venta y marketing, incluso alguno es posible que haya contratado a la agencia de mi querido Don Draper, porque cuando estás acostumbrado a la calle, y a lidiar con palabreros y grandes vendedores de crecepelo del oeste, te das cuenta de que hay pocos niños y muchos colegios, son estos últimos los que deben usar todas su artes para captarlos rápidamente.

Cuñas en las emisoras que comprenden el EGM, inserciones con fotos de ensueño en los principales diarios provinciales, hasta spots donde dan ganas de ingresar ‘de interno’, patios soleados con arbolitos, aulas con la última tecnología en pizarras digitales, profesores nativos de Latín (muy cotizados), comedores con olor a comida casera, cocineros con la chaquetilla de Manjar de Reyes, partituras adaptadas por Daniel Baremboim, letreros en inglés y todo muy limpio.

Un sinfín de historias, muchas de ellas prescindibles que no ayudarán a decantarnos por uno u otro colegio. Y en estas me encuentro a un mes de la apertura de listas sin saber exactamente a que colegio irá Dimas, pero no me quita el sueño ¿Y saben por qué? Porque al final irá donde diga ‘#lamadreenapuros’.
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