Lo que de verdad importa

Por Alejandro Cardenal

29/12/2021
 Actualizado a 29/12/2021
La afición de la Ponferradina, durante el último encuentro en El Toralín. | LALIGA
La afición de la Ponferradina, durante el último encuentro en El Toralín. | LALIGA
El pasado 23 de diciembre mi madre nos dejó. Era lo que cualquier hijo desearía. La mejor persona de este puto planeta. Siempre atenta a la mínima señal para ayudar y siempre con una sonrisa en la cara y nada que reprochar.

Y así fue hasta el final. Después de casi un mes ingresada y una semana con nutrición asistida, el médico le permitió volver a una dieta blanda. Ninguna maravilla, sopas, purés y similares. Aún recuerdo el primer día que le dieron una tortilla francesa. Fue la felicidad absoluta. «Ya sé que solo es una tortilla, pero está muy buena».

De estos días de mierda he aprendido a valorar esas pequeñas cosas a las que en muchas ocasiones no damos importancia, a disfrutar de esa cotidianeidad de la que tantas veces te intentas escapar, a entender que la vida puede cambiar en un momento y la felicidad no puede ser la meta sino el camino.

Por eso nunca dejaré de echar de menos sus mensajes de buenos días, sus consejos, sus besos, sus abrazos, sus canelones. Tantas cosas tan integradas en mi día a día que no me di cuenta de que llegaría un momento en el que ya no estarían.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena —lo del amor por los refranes y los juegos de palabras lo heredé de ella—, así que antes de que llegue el año nuevo, yo ya tengo más que claros cuáles van a ser mis propósitos de enmienda: disfrutar al máximo de todo lo que tengo la suerte de tener: de mi familia, mis amigos, de mi perro, y por supuesto de Denise, el mejor apoyo que he podido tener estos días.

Y también quiero pasármelo bien. Y creo que la Deportiva me va a ayudar a hacerlo. Quiero aprovechar estas líneas para agradecer al club el grandísimo gesto que tuvo conmigo y con mi familia y los ánimos que nos ayudaron a sobrellevar el mal trago. Lo de que la Ponferradina es una familia no es un tópico que se suelta porque sí. Es una realidad.

Estoy seguro de que en 2022 disfrutaré de los éxitos de mi familia berciana, pero, independientemente de lo que depare el futuro y del desenlace de esta temporada, hay que saborear el camino.

La primera parada pasa por la Copa. Ahora parece que recibir a un Primera es lo más normal del mundo, pero no hace tanto de aquella lamentable tanda de penaltis ante el Cirbonero.

Toca disfrutar del momento y valorar las alegrías que nos están dando Bolo y compañía. Feliz Navidad. Feliz año del centenario.
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