La dificultad de la caza durante el estío

Los cazadores afrontan el verano de una manera muy diferente el resto de población, para ellos no todo son vacaciones es decir hasta luego a la caza

Ignacio de Lucio Benéitez
10/07/2023
 Actualizado a 10/07/2023
Un cazador con un ejemplar de rebeco abatido durante la época de caza | I.L.B.
Un cazador con un ejemplar de rebeco abatido durante la época de caza | I.L.B.
Junio entra en su recta final cuando escribo estas líneas, probablemente el peor mes para la caza del corzo, la especie de caza mayor que cuenta con más adeptos en nuestra provincia. El corzo ocupa prácticamente la mayoría de cotos de León y es junio, el inicio del declive de su temporada de caza.

Atrás quedan los fríos y lluviosos días de abril y principios de mayo (a excepción de este año). En la apertura de su temporada, el primer día de abril, normalmente los campos exteriores del monte están llenos de nuevos brotes de hierba, debido a las lluvias, por lo que es más fácil localizar a los corzos pastando a campo abierto, en laderas, praderas o cualquier sitio que no le proporcione refugio dentro del monte. Incluso a cualquier hora del día, ya que el calor no es lo habitual en el primer mes y medio de la temporada. Pero la falta de lluvia sufrida este año ha provocado la escasez de brotes tiernos en el exterior del monte y la quema del pasto por el calor. Abril y mayo ha sido lo más parecido a cazar en junio o julio. Los corzos estaban metidos en el monte, con los brotes tiernos protegidos del calor y rayos del sol.

Los resultados han sido malos, en general, por la poca localización de corzos. Y ya ni mencionemos la escasez de corzos que sufre la montaña de León desde hace más de diez años, debido al parásito conocido como cephenemyia estimulator. Una mosca que deposita sus huevos en las vías respiratorias de los corzos, cuando las larvas crecen, dificultan la respiración de los corzos, dejándoles casi asfixiados con grandes esfuerzos físicos, es decir, en la huida ante depredadores, pero este es otro asunto que ya trataremos. El final de la primavera coincide con el aumento del tamaño de las larvas por lo que los corzos se muestran todavía mas esquivos, sabiendo de su vulnerabilidad. Si a esto le sumamos la terrible sequía de este año, el resultado es una temporada nefasta.

Llevamos un mes de junio de tormentas casi constantes, con mucha agua y con los arroyos y charcos con mucha agua, pero ya es tarde para la caza del corzo. Las hojas han brotado en los árboles y ahora el corzo disfruta de mejor alimento dentro del monte y con mayor seguridad al no poder ser localizado,¡O haber quien se atreve a recechar en un robledal en pleno junio!

Con total seguridad es la mejor opción para la búsqueda del más pequeño de los cérvidos, pero la coincidencia de dar con el corzo adecuado para extraer en zona determinada del bosque (debido a la nula visibilidad) es muy difícil.
Julio, será más de lo mismo, quizás podremos ver más actividad en los corzos machos debido a la cercanía del periodo de apareamiento, pero en la mayoría de montes de la provincia, el celo tiene lugar en agosto, cuando la temporada se ha cerrado. Algunos cotos situados más al sur podrán disfrutar de algunos movimientos a finales de julio. Todo dependerá del calor.

No quedará más remedio que esperar a septiembre, si viene lluvioso, para volver a ver salir a los corzos a campo abierto, al haber agotado el pasto del interior del monte durante todo el verano. Pero como dice un buen amigo y maestro en este arte tan complicado de la caza, desde el sofá no se cazan los corzos (ni ninguna especie). Así que aún tenemos varias semanas para intentarlo o dar con ese viejo jabalí que se ve obligado a salir del encame en busca de comida debido a estas cortas noches veraniegas.
Buena caza.
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