Eibar 4 - Deportiva 0: 'Un codazo muy caro'

La expulsión de Berrocal con más de una hora de juego por delante facilita la remontada del Eibar / El gol de Bastón al filo del descanso, clave para la reacción del conjunto vasco

Alejandro Cardenal
16/12/2015
 Actualizado a 02/09/2019
Pantic es atendido por los servicios médicos del Eibar. | EFE
Pantic es atendido por los servicios médicos del Eibar. | EFE
Hay jugadas que marcan los partidos. Y errores que bien pueden ser considerados un ‘pecado’. Ayer, la Deportiva tuvo tres deslices de esos que en el ‘ABC’ del fútbol se castigan con la excomunión y terminaron costándole una goleada (4-0) y meterse por primera vez en octavos de final de la Copa del Rey.

El primero fue no aplacar la rebelión antes de que se produjera. Cuando todavía no habían transcurrido ni diez minutos de partido, Djordjevic se inventaba un pase entre líneas para dejar a Khomchenovskyy solo ante Irureta, pero el cancerbero mantenía la emoción del partido adivinando las intenciones del ucraniano en un mano a mano que en caso de haber tenido el mismo final que en el partido de ida, hubiera obligado a los de Mendilibar a marcar cinco goles.
Berrocal contribuyó a una remontada que se antojaba imposible con un ‘chute’ de certidumbre en forma de codazo en una jugada intrascendente que le costaba la nariz a Pantic y la roja al delantero, rememorando su aciago debut como blanquiazul y emborronando un 2015 que iba para sobresaliente.

La puntilla llegó, otra vez, al filo del descanso. El descenso a los infiernos de Berrocal estuvo acompañado de un gol de esos que hacen que a un entrenador se le lleven los demonios; en el tiempo de descuento y en un saque de esquina quizá mal defendido por los blanquiazules, pero que fue rematado de escándalo por Borja Bastón para poner el primer ladrillo en el camino hacia octavosdel Eibar.

Así se vino abajo un partido que no solo por la ocasión de Khomchenovskyy prometía ser un punto de inflexión para la Deportiva a domicilio. Existen dos formas de afrontar el partido de vuelta de una eliminatoria al que se llega con una ventaja, ‘a priori’ definitiva, como la que tenía la Deportiva: Esperar atrás esperando que el paso de los minutos y la falta de motivación hacia una competición que para el 80% de los equipos de Primera División es un castigo y no un premio calmara la sed de remontada de los locales; o bien tomarse el partido como un ente individual en el que el 3-0 del Toralín no contaba.

Los blanquiazules optaron por lo segundo y a la vista del exceso de ímpetu de Berrocal, quizá fue perjudicial, pero hasta la expulsión del cordobés, era la Deportiva el que tenía hambre y el Eibar el que parecía conformarse con las sobras.
Aunque fueron los propios blanquiazules los que allanaron el camino de los de Mendilibar hacia la siguiente ronda, el técnico se coronó al descanso con un doble cambio que fue clave. Y eso que al principio bien pudo parecer un disparo en el pie.

Cuando los vascos necesitaban dos goles más para, como mínimo, forzar la prórroga, el míster optó por retirar a Bastón y Etxaburu dando entrada a Enrich y Verdi. El ex del Numancia anotó el segundo tras una gran asistencia de Luna entrando por la banda de un Seoane que volvió a suspender, mientras que el italiano, además de aportar la pausa de la que carecieron los azulgranas en la primera mitad, marcó el tercero a un cuarto de hora del final.

Con la eliminatoria empatada, la sentencia era cuestión de tiempo y fue Arruabarrena, tras un penalti de Casado sobre Inui, el que confirmó el final de un sueño que terminó tornándose en pesadilla y puede pasar factura en el factor anímico para una Deportiva que ha encajado siete goles en dos partidos.
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