Corro Ribera contra Montaña: 'En la Soba cantaban ¡Viva la Montaña!'

Mucho ambiente y hasta reinvindicaciones en la gran fiesta final en la que la Montaña volvió a mostrarse muy superior a la Ribera

Fulgencio Fernández
20/11/2016
 Actualizado a 05/09/2019
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Ayer, en La Sobarriba, a partir de las ocho e la noche se cantaba extrañamente la canción ¡¡¡Viva la Montaña!!!. No es extraño que se cante en La Soba, donde ninguna vieja tradición de esta tierra les es ajena. Pero sí extrañaba la canción pues si algo les sobra a ellos son canciones propias, incluido su himno.

Pero el ¡¡¡Viva la Montaña!!! que sonaba ayer también es hijo de otra tradición, la lucha leonesa y su corro más emblemático (el Ribera contraMontaña). Y ellos lo sabían. Los que habían acudido a Valdefresno lo habían visto y los que escuchaban en la lejanía sabían lo que había ocurrido. La Montaña bajó a buscar liebres a cama de galgos y las encontró, pues no solo ganó, lo hizo con enorme suficiencia, tanto que el luchador que quedó en el centro del corro ni siquiera era uno de pesados, era Tomás González Sierra, Tomasuco el de La Vecilla, uno de esos luchadores con clase, pero también con ángel, de los que elige la historia para que le pasen estas cosas. A el le cupo el privilegio de ser el que desafió en el centro del corro lo de «¿Hay quién luche o me calzo?» y que nadie le pudiera responder desde el bando de La Ribera.

Hubo una sentada contra la Federación para pedir transparencia en el proceso electoral Bueno, la realidad es que debería haberlo gritado, pero no le dejaron, en cuanto tiró a Caberín todos los de la Montaña salieron corriendo para el tradicional manteo. Lo siguiente que se veía era volar su cara de niño feliz y a los luchadores de la Ribera aceptar el resultado y felicitar a los vencedores, que de esta manera rompían el empate a 11 con el que llegaban a esta cita.

Se fueron apagando los cantos, los luchadores de uno y otro bando marchaban hacían una cena común en la que habría más cantos, más bromas y esa felicidad que les da a los ganadores saber que tarda un año en volver a la revancha. Y esa mala leche que les entra a los perdedores al saber que tardan un año en tener la revancha.

Y no faltaría en la cena el análisis de la polémica de la tarde, ¿qué menos en una jornada que tuvo de todo?, la sentada de los luchadores de un buen número de clubes —San Guillermo de Cistierna, Montaña del Porma de Boñar, Bernesga de León, Valle del Curueño y Esla Rueda—para exigir un proceso electoral transparente. Pidió el micro Dani del Blanco, primero le dijeron que no y finalmente habló:«Este es un conflicto entre los luchadores y la Federación. La lucha leonesa es nuestra y no de una entidad que no nos representa».

Manuel González, de Puebla de Lillo, se llevó el mazapán del luchador que más rivales derrotó, siete  El único pero a su plante, al que tienen derecho, faltaría más, era el malestar —que no manifestó, no dijo ni una palabra—del alcalde de Valdefresno, que se sintió injustamente tratado ya que es el municipio que más se ha volcado con la lucha y, seguramente, el alcalde, José Pellitero, que más abierta tiene su puerta a todo lo que le solicitan.

Los luchadores, por su parte, entendían esta situación y manifestaban que ése fue uno de los motivos que les llevó a reconsiderar su postura inicial, que era de no luchar.


Manu, el de Lillo

Pero hemos empezado por el final que, cierto es, en este caso es lo importante. Pero no es menos importante celebrar que el Ribera contra Montaña fue una gran fiesta, la mayor del año de lucha, sin duda. Que el lugar elegido se volcó y quizás el único pero es que se quedó pequeño el recinto, que es el problema más feliz de cualquier deporte. La Sobarriba supo ser la Montaña de la Ribera, como les gusta decir a ellos, y la Ribera que siempre han sido. Acogieron a todos con los brazos abiertos.

La nota triste de la tarde fue la grave lesión que sufrió Víctor Manuel Morala, que salió en camilla La fiesta arrancó a las cinco de la tarde cuando un montañés, como ganador de 2015, salió al centro con el cinto en la mano y preguntó:«¿Hay quién luche?». Era Ricardo del Blanco y claro que encontró respuesta desde la Ribera, un tirillas de pero de armas tomar, Javier Mondelo, que ganó ese primer combate. La cosa empezaba bien para la Ribera. Yse mantuvo, porque los chavalines supieron estar a la altura de la historia de su tierra de lucha. Jorge Iglesias tiró a cuatro rivales, Carlos Mondelo a otros cuatro y Miriam Marcos, ‘la niña’ nacida para hacer historia a otros cuatro. Se iban con ventaja... Hasta que salió al centro un montañés de raza, Manuel González, de Puebla de Lillo, y puso orden y hasta sembró el pánico:siete rivales seguidos, lo que a la postre le daría el mazapán de 72 huevos por ser quien más luchadoresderrotó. Yllevó la igualdad a la batalla. Cuando los juveniles comenzaron a agarrarse el empate reinaba entre los dos bandos.

Víctor, ¡qué año para los Morala!

Empezaba otra batalla. La grada lo celebraba, los músicos no sabían si tocar temas de Ribera o Montaña. La tensión crecía, la Ribera recuperaba a históricos como Mariano El Guerrero, pero dos de Cistierna (el juvenil Pedro Alvarado primero y ‘La Roca’ Moisés Vega después), con uno de Valdorria (Rubo), sembraron el pánicoen La Ribera. Moisés, de medios, llegó hasta pesados, y tuvo una épica con Víctor J. Tanto que ‘La Roca’ se lesionó en la rodilla.

Moisés Vega y Rubo pusieron en ventaja a la Montaña y Tomasuco remató ganando a Cabero En este tramo, cuando luchaba Rubo,la Ribera recuperó a un Morala que no había luchado este año y en la última caída heló el aliento a las gradas, su grito, sus gestos... huele a lesión grave, salió en ambulancia ¡Vaya año para los Morala! con Noelia convaleciente.

Quedaban 10 de la Montaña y dos de la Ribera. El bueno de Bahíllo hizo lo que pudo, tiró a cuatro, pero todo estaba muy complicado. Cayó ante Cristian y salió Caberín, que derrotó al de Boñar. Entonces salió al centro Tomás González, Tomasuco de La Vecilla, con cara de niño y de hacer historia.

Y la hizo. Se acabó. Tío al cielo, manteo, canción:«¡Viva la Montaña!».
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