xosepe-vega-webb.jpg

Debilidad parlamentaria

26/05/2020
 Actualizado a 26/05/2020
Guardar
Podría calificarse como una nueva y peligrosa enfermedad. Y no como en otras, parece que hemos asumido su presencia sin necesidad de confinamientos sociales masivos. El problema parece estar, como siempre, en la búsqueda de la vacuna, pues en este país nuestro todo lo hacemos a la tremenda y somos más de aplicar rodillos democráticos como única fórmula para que los parlamentos sean instituciones fuertes.

Estos días volvemos a nuevas cifras oficiales sobre el alcance de la enfermedad. Sumamos los de un bando y restamos los de otro, y comprobamos como, por los pelos, el poder legislativo sigue legislando. Hay un vaivén permanente de precios, contraprestaciones y rentas. Y todo ello en un momento en el que la enfermedad que sí que se lleva por delante a personas, de esas de verdad, con cara y con orejas, y no las generadas informáticamente con millones, muchos millones, de píxeles, debería ser la única razón de todo, si es que verdaderamente vivimos en un sistema político por y para las personas, y no para el mantenimiento de títulos de propiedad políticos sobre territorios dibujados en un mapa.

Y, haciendo justicia a nuestra habitual vena carpetovetónica, nos hacemos un poco más hooligans si cabe y empezamos a repartir carnés de traidores a la patria, ciegos a la patada que nuestro defensa central le ha arreado al delantero contrario en el área de penalti. Da igual lo que veamos, porque lo nuestro es solo ver y reconocer lo que convenga al bando al que pertenecemos. Lo cierto es que la enfermedad política llamada debilidad parlamentaria no tuvo su origen en Wuham y la pandemia solo podrá ser controlada si identificamos los focos de contagio. Alguno puede que se localice en cierto espíritu de mercaderes instalado en la clase política y que la hace incapaz de entregar algo si no es con un precio a cambio. Pero otros están en un concepto del Estado y de la Nación que se expresaría igual con el Covid-19 que con una nueva invasión de Bonaparte. En ese caso también valdría no ser como el resto de los países que se unen sin fisuras para combatir al enemigo.Ya se sabe, su patria no es tu patria.
Lo más leído