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Conducta y territorio

06/07/2020
 Actualizado a 06/07/2020
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El virus del Covid-19 ha devuelto el foco a algunos lugares. Si antes de la pandemia la despoblación ganaba páginas ahora muchos alcaldes de pequeños municipios se preguntan qué hacer en sus calles llenas en buena medida de refugiados del coronavirus y familias que van al pueblo poque otras opciones están vetadas. La comunidad o la individualidad. Lo vislumbraron Thoreau desde su cabaña de Walden; la ‘dama de las abejas’, Sue Hubbell (Errata Naturae), desde los Ozarks; O Santiago Lorenzo (‘Los Asquerosos’, Blackie Books) en un pueblo prácticamente desaparecido del interior peninsular, donde además situó a ‘la mochufa’, contemporáneos colonizadores que se definen por cuestiones como montar una cinta de andar en plena naturaleza o pasarse el día conectados contando lo mucho que ha desconectado en esa naturaleza en la que se montan andadoras. ‘La mochufa’ de la vida real que no entiende que no se puede abandonar el itinerario de una ruta marcada para no poner en peligro ese ecosistema que se visita y se disfruta, pero que ellos no dudan en aprovechar para montar una merendola sentados en las ramas de tejos centenarios. ‘La mochufa’ que no cumplía o tomaba ventaja en el confinamiento, o la que no duda en poner en peligro a la población que está todo el año en localidades casi deshabitadas.

Muy lejos de aquí, la pasada semana, un helicóptero retiraba del medio de ninguna parte en el Estado de Alaska el autobús mágico de Alex Supertrump(Christopher McCandless), otro de los que llevó al límite la relación con el territorio, según narraron John Krakauer en la novela ‘Hacia rutas salvajes’ (Ediciones B) y Sean Penn en la adaptación al cine de la misma. Varios ‘peregrinos’ se han matado tratando de alcanzar el lugar. No quiero ni imaginar lo que hubiera ocurrido si ese lugar hubiera sido un poco más accesible. Hay más ejemplos en todo el mundo de gente que huye, que construye y que se aprovecha.
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