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Caso político con cirugía

04/02/2019
 Actualizado a 12/09/2019
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Me contaba hace unos días un conocido, que es cirujano de éxito, que antes de extenderse el uso clínico de los antibióticos se utilizaban larvas de mosca (entiéndase como gusanos, al fin y al cabo) para tratar heridas o úlceras y prevenir o detener la propagación de la necrosis.

Hay que tener en cuenta que las costumbres, la falta de higiene y la escasez de medios humanos y materiales en asuntos de sanidad hacían bastante frecuentes los casos de gangrena, que en medicina humana y veterinaria es un término empleado para referirse a la muerte de las células de la piel a la que precede una decoloración característica y prosigue la pérdida irreversible de ese tejido y, muchas veces, del miembro afectado.

Volviendo al viejo tratamiento de la necrosis, antes de los antibióticos y los quirófanos, en el siglo XVI se realizaban estas prácticas porque algunas especies de gusanos como las larvas de la mosca Lucilia sericata consumen sólo carne muerta, sin afectar al tejido viviente circundante. Y uno de los beneficios es que no sólo se eliminan las bacterias, sino que también se remueve el tejido extinto, cosa que no hacen los antibióticos.

Perdóneme por el discurso sobre las terapias para curar úlceras muy infectadas, casi heridas de muerte, pero es que aparte de parecerme interesante en lo relativo a lo sanitario, el ejemplo es perfecto para explicarle a usted y a las direcciones de los partidos políticos cómo se curan las pequeñas hemorragias que derivan en gangrena cuando se está muy a gusto cuatro años en el despacho de la capital y en el momento de colocar las urnas vemos que el paciente tiene notables síntomas de empeoramiento.

Un paciente que hace veinte años era un tío fuerte, sano y con peso pero un día tuvo un tropiezo que le dejó una pequeña lesión. Como aquella herida no se curó a tiempo ni con cirugía ni con gusanos, llegó la necrosis. Y acto seguido la amputación del miembro. Cuatro años después se repitió la escena y a los cuatro siguientes lo mismo. Esta semana el bisturí volvió a cortar otro trozo al paciente, del que cada vez queda menos, y entre tanto llega un equipo médico nuevo al que le va a resultar más fácil firmar el acta de defunción que curar al enfermo.
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