Calabazas a la imaginación
CULTURASIR


Desde el huerto
El proceso de creación de las calabazas de Adolfo Pérez empieza en el mismo huerto. «Hay que pensar ya en las semillas», asegura y, además, «las de comer no sirven». En su huerto de Fontoria de Cepeda, localidad en la que pasa los veranos, cultiva las calabazas que después convierte en auténticas piezas de arte. Intenta que salgan rectas y lo más geométricas posibles para poder acompañar a sus decoración, también con motivos geométricos que tienen cierto aire árabe.También reconoce que con el clima leonés –él vive en Legutiano (Vitoria)– «el proceso más angustioso» es cuando llega el momento en el que las calabazas pierden el peso del agua porque «todo eso en una helada se viene abajo».
Después de recoger las calabazas del huerto, llega la segunda fase, que se puede alargar incluso hasta dos o tres años en el caso de las más grandes, el secado, en el que tienen que perder todo el agua «a su ritmo» en un sitio ventilado.
En el momento en el que «al moverlas las pepitas suenan dentro», Adolfo agujerea la calabaza por la zona en la que se mete la bombilla y luego y con extremo cuidado la vacía para eliminar todas las telillas que quedan en el interior y que dificultarían la salida de la luz.
Una vez en ese punto, «imaginación al poder». Con geometría «pura y dura» y movimientos giratorios ha decorado ya más de un centenar de calabazas que este fin de semana se podrán ver en la Casa del Concejo de Villamejil en una exposición auspiciada por la Asociación Cultural Rey Ordoño I, Amigos de la Cepeda. La intención de Adolfo no era la de llegar a exponer sus calabazas, pero pronto empezaron a llamar la atención y hace dos años que las mostró en público por primera vez en Fontoria, donde despertaron gran interés. También han estado expuestas en su localidad de residencia, Legutiano (Álava) y en la ciudad de Vitoria, donde más visitas recibieron.
Pérez recuerda que, en ocasiones, las calabazas han sido disputadas por museos y coleccionistas, como la que guarda un pañuelo mojado en la sangre del monarca francés Luis XVI y que aún conserva un particular en Italia, valorada en unos dos millones de euros.
Sin tener «sangre de reyes», las calabazas de Adolfo Pérez se han convertido en un objeto de arte con su decoración e iluminación. Más de un centenar de piezas que, en su conjunto, crean un ambiente de cuento y misterio. Cuando habla de ellas recuerda a sus alumnos, de los que «traté de sacar lo mejor y fue mucho lo que aprendí practicando con esa muchachada».
La exposición se podrá ver el sábado y el domingo en la Casa del Concejo de Villamejil por las tardesDurante las tardes de este fin de semana, las calabazas de Adolfo Pérez se podrán ver en la Casa Concejo de Villamejil en la exposición titulada ‘Naturaleza y luz’ que cuenta también con la colaboración de la Diputación de León a través del Instituto Leonés de Cultura (ILC).
