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Aquel orgullo comunero

20/05/2021
 Actualizado a 20/05/2021
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Puede que llevar el orgullo de esta tierra histórica escondido sea consecuencia de tantos siglos construyendo lo que ahora llamamos sociedad moderna. Siempre me ha inquietado esa falta de arrojo de una mayoría silenciosa de lo que ahora es Castilla y León por reivindicar la identidad y pertenencia a unos territorios esenciales para comprender España, Europa y América aunque hayan quedado tanto tiempo a los márgenes del progreso y las oportunidades. Resulta incomprensible ver desolados, y muchas veces abandonados, lugares que fueron el centro del mundo y que aguantan en pie a duras penas como restos de una civilización ajena.

Estos días se está celebrando el congreso internacional de los comuneros y escuchando, que es una de las mejores formas de aprender, uno entiende cosas que nunca le enseñaron en las aulas. Reabrir el debate y sobre todo la investigación sobre la guerra de las comunidades y su legado es la más importante herencia que pueden dejar las conmemoraciones. El comisario del quinto centenario, Salvador Rus, explicó cómo se gestó el levantamiento de Castilla contra Carlos I. «Castilla tenía el orgullo de pertenecer a un imperio universal» y no estaba dispuesta a aceptar a un monarca que también era emperador de media Europa a tiempo partido. «¿No es suficiente España para un rey?». Se preguntaban los castellanos con ese orgullo perdido que debe habernos ido erosionando el tiempo. Luego vino la lucha por el bien común y por el control al poder.

¿No es suficiente Castilla y León para sentirse orgulloso? Es la reflexión contemporánea que traslado a tantos que jamás presumen de terruño y que buscan construir sus imperios de naipes en cualquier otra parte. Esta resurrección conmemorativa es un toque de atención de un pequeño pedazo de lo que suponemos para la historia. Puede que nuestro carácter humilde sea la evolución lógica tras haberlo sido todo. No somos como fuimos, pero somos porque fuimos. Todo un orgullo.
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