09/06/2018
 Actualizado a 07/09/2019
Guardar
Podéis llamarlo de mil maneras, pero yo ahora lo voy a llamar amor. O su contrario. El gobierno de Rajoy, cuando ya nadie lo esperaba, ha caído por falta de amor. Por la traición que ha confirmado la sentencia del caso Gürtel, por el desamor que refleja: no quiero a los ciudadanos, al país, tanto como a mí mismo, tanto como a mi cuenta en Suiza, tanto como a mis casas y a mis coches. La codicia se impone a los ideales; es decir, al afecto.

Entonces algunos grupos políticos que apoyaban, o toleraban, esa relación, se desprenden de ella como de una piel vieja. Empiezan a verla como algo agotado, que ya no da más de sí, y se preguntan: ¿para qué seguir? Miran alrededor y descubren una nueva oportunidad, porque el amor también es oportunidad y no es desprendido en absoluto. El amor es terrible y, si puede, lo exige todo.

Así que llega una nueva relación, un nuevo gobierno, con algo de ilusión y algo de miedo y algo de conformidad, como son siempre los inicios de los noviazgos. Y, como ya se han vivido otras decepciones, se desconfía. Se hace bien en desconfiar. Paso a paso y ya veremos si el idilio se transforma en compromiso.

Estos días pienso mucho en el amor y sé que es porque estoy leyendo Ordesa, de Manuel Vilas. Su autor me firmó el libro en la Feria de Madrid y no sabía bien qué esperar de él. Y me encuentro con que es un libro sobre el amor y el desamor. En este caso, eso significa que es un libro sobre los padres muertos; sobre el odio a la pobreza; y la aversión a uno mismo, que lleva al alcohol y a los ansiolíticos; sobre el divorcio y los hijos y el desmoronamiento del apego a un trabajo; sobre la educación y también sobre la historia trágica de este país.

Lo de Vilas es un ejercicio de introspección, un abrirse las carnes que me ha llevado a pensar que no hay nada más que esto: el amor y el desamor. Que en la vida todo se resuelve en torno a estos dos sentimientos, a los que podemos dar otros nombres. Por ejemplo, que el Ayuntamiento de Ponferrada use a los medios de comunicación para difundir una ‘fake news’ sobre el Mundial de Fútbol y haya vendido el crédito municipal a una marca de cervezas no deja de ser una falta de amor; esto es, de respeto.
Lo más leído