Vuelta a las vides donde se olvidaron

La presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bierzo, Misericordia Bello anuncia que está iniciando contactos con las Consejerías de Medio Ambiente y Agricultura con el fin de recuperar los derechos de plantación de zonas que fueron vinícolas y que en la actualidad tienen otros usos. Aunque la idea está gestándose aún y la solicitud formal no se ha efectuado, Bello asegura que el potencial de crecimiento de producción es alto «hay que pensar que se llegaron a tener 70 millones de kilos de uva y en la última campaña, que ha sido buena, hemos tenido 13,5». La respuesta inicial de la Junta a esa idea «no ha sido mala», dice «por lo menos nos han escuchado», aunque es consciente de la dificultad de dar este paso. Es una segunda clave a la que el Consejo Regulador se apunta, tras los resultados del proyecto que le ha dadola mano del Banco de Tierras comarcal, con el que, desde el año pasado, tiene un convenio para recuperar del abandono viñedo viejo «que está siendo un ejemplo en otros consejos», dice Bello. El convenio acaba en febrero de 2017, pero en el período de vigencia que ha tenido se han conseguido sacar del abandono 82 hectáreas de viñedo. Bello considera que es una cifra más que importante «porcentualmente es una barbaridad», dice la presidenta, en una comarca de 3.000 hectáreas de viñedo. De las 813 parcelas que se han puesto a disposición del Banco de Tierras desde su inicio, 213 son de viñedos en producción.

El presidente del Consejo Comarcal, Gerardo Álvarez Courel espera que todas las fincas estén adjudicadas al fin de la campaña, en febrero, para poder acometer la poda en las vides, que necesitan este proceso para continuar con su proceso biológico.
En ese mes, además, se complementará la colaboración entre ambos entes con dos cursos sobre poda y cuidados del viñedo.

Desde que ha acabado la vendimia, reconoce Courel que han sido más los propietarios que han decidido ceder sus parcelas al Banco.Las causas suelen ser «que son mayores y no quieren que se pierdan los viñedos».

Courel hace hincapié en ese colectivo, que tiene viñas «que suelen tener más de 50 años» y que cuentan con la seguridad de volver a cogerlas en producción cuando culmine el contrato de cesión.