Una berciana en el Erasmus+ que dará a luz una APP para prevenir la adicción al móvil

La doctora en Ciencias Económicas y Marketing, Paula Rodríguez trabajará dos años al lado de cuatro países con un equipo burgalés para poner en marcha ese proyecto

Mar Iglesias
27/01/2020
 Actualizado a 27/01/2020
Paula Rodríguez Torrico forma parte del grupo que, desde Burgos, coordina un proyecto que implica a cuatro países. | MAR IGLESIAS
Paula Rodríguez Torrico forma parte del grupo que, desde Burgos, coordina un proyecto que implica a cuatro países. | MAR IGLESIAS
Acaba de conseguir su ‘doctorado’ en Burgos, tras realizar sus estudios de empresariales en León y marketing después, la berciana Paula Rodríguez Torrico ha despegado a lo grande como parte de un proyecto internacional con base en la universidad burgalesa. Se trata de un Erasmus +financiado por la UE y gestionado en España por el SEPIE,que costeará un proyecto a dos años formulado desde ese centro de coordinación que pretende dar a luz a una APP destinada a prevenir la adicción al teléfono móvil entre adolescentes –con edades acotadas entre los 10 y los 15 años-.

El proyecto, llamado «youngmob.eu»surgió de la catedrática de Universidad Comercialización e Investigación de Mercados de la Universidad de Burgos que dirigió la tesis de Rodríguez, Sonia San Martín y ha crecido hasta convertirse en una idea internacional que implica a siete equipos de cuatro países y que supone una inversión que ronda los 260.000 euros. Italia, Eslovenia, Portugal y España están implicadas con esa idea. En Burgos hay cuatro profesionales encargados del proyecto, dos catedráticos, un profesor contratado doctor y Rodríguez como recién doctorada.

San Martín investiga sobre comportamiento del consumidor y comercio móvil desde hace unos 10 años. Además, dirige el grupo de investigación Investigación en Marketing e innovación (I+M+i) de la Universidad de Burgos, con numerosos resultados sobre comportamiento del usuario/a y comprador/a por móvil.

«De momento estamos repartiendo tareas e iniciando el trabajo, pero la aplicación estará disponible a finales de este curso académico», explica Rodríguez. En ese momento, la previsión es hacer catas entre grupos de estudiantes antes de que esa APP sea de libre acceso. Se formularán con una veintena de alumnos de distintos institutos en los diferentes países para poner después las ideas en común. El 31 de agosto de 2021 debe concluir el proyecto,aunque esperan que en septiembre de 2020 se saque ya la APP, puesto que los pasos de investigación y burocracia se están dando en paralelo con el desarrollo técnico de la misma, que lo realizará una empresa especializada de Bilbao.

«Ahora estamos determinando qué se considera adicción y plantear estrategias en función de ello», explica la doctora berciana. De inicio, lo que han pretendido al seleccionar ese tramo de edad de cinco años es actuar en el inicio del uso del teléfono móvil «creemos que es cuando deben hacer una buena utilización», dice «lo que tratamos es de ayudar a hacer un buen uso del teléfono móvil, no plantear la prohibición».

Esas son las líneas de inicio de un proyecto que se perfila en dos fases, una, en la que se realizará un rastreo para averiguar la forma en la que esos adolescentes utilizan el móvil y qué sienten cuando no lo tienen. «Una vez estén incluidos en un perfil, diseñaremos estrategias personalizadas para responder a eso que vemos».

En cada país se realizará una cata diferente. La aplicación podrá ser de acceso libre dos añosal menos para dispositivos Android «y la idea sería mantenerla». El problema de la adicción al móvil ya ha sido tratado por ONGs encargadas de esos «consumos» problemáticos, como Proyecto Hombre que diseñó una propuesta para atender a esos adolescentes iniciados en el «enganche» al teléfono.

Rodríguez tiene la percepción de que es un problema que cada vez se ve más. Incluso asegura que ya hay aplicaciones móviles «para hacerte saber qué adicción tienes, pero van dirigidas fundamentalmente a adultos». Faltaba una APP que no solo sirviera para definir la adicción, sino para prevenirla y que lo hiciera cuando el usuario da los primeros pasos en el uso de las tecnologías. «Ahora estamos viendo qué lleva a la adicción y lo que pasa cuando no tienes el móvil si eres adicto», explica. Y no es un trabajo fácil, puesto que asegura que para definir esas adicciones hay sistemas de escalas que se formulan con preguntas, que deben adaptarse a esos usuarios para que sean comprensibles. «Incluso habíamos pensado otra opción, ver cómo el uso que hacen sus padres afecta a los niños, pero tal vez ese sea un trabajo posterior», dice.

Rodríguez reconoce que le ha sorprendido, en los primeros pasos del proyecto, las dificultades para definir el concepto inicial de adicción. En la primera reunión entre todos los equipos en Burgos en el mes de diciembre, dos meses después de haber conseguido el Erasmus «nos dimos cuenta que cada uno de los grupos multidisciplinares, con sociólogos y psicólogos, tienen una percepción de la adicción distinta. Nosotros la podemos medir en número de horas en las que se usa el teléfono y ellos en problemas que te supone estar con él. Me llama la atención lo difícil que es definir una adicción, porque tratamos de medirlo todo y a veces es muy complejo». Sin hipótesis previas, el equipo ha echado a andar con fuerza y espera establecer claves para restar los perjuicios que causa una adicción externa, temprana y escogida de este tipo.
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