Solo la mitad de los jóvenes leoneses se pueden emancipar antes de los 35 años

Los factores causantes de estas cifras, la precariedad laboral y el precio de la vivienda

María Espinosa
09/07/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Los jóvenes de la provincia leonesa no se pueden emancipar hasta los 29 años de media. | DANIEL MARTÍN
Los jóvenes de la provincia leonesa no se pueden emancipar hasta los 29 años de media. | DANIEL MARTÍN
El alquiler se sitúa a la cabeza como opción de vivienda entre los jóvenes leoneses mayores de edad emancipados. Entre tener una casa en propiedad o alquilarla, a fecha de 2016 el 44% de los jóvenes prefería un alquiler, frente al 40,5% que son propietarios de una casa, el porcentaje restante, el 15,5% residen en una vivienda cedida. Estos datos los aportadas por el Gobierno para responder las preguntas del grupo parlamentario socialista acerca de los datos de los jóvenes y sus estados de residencia. Desde 2014 los jóvenes emancipados han descendido. En ese año el 53,4% de los jóvenes entre 20 y 35 años estaban emancipados, sin embargo, a fecha de 2016, la cifra es del 49,3%, este descenso es más alarmante si se ven las cifras en el año 2015, donde los jóvenes emancipados copaban un amplio 56,1%.

Poco menos de la mitad de la gente joven española está independizada. La población atribuye estas cifras a la escasa contratación de jóvenes sumada a la precariedad laboral y la situación del sector de la vivienda.

La alarmante tasa de paro juvenil imposibilita que las personas jóvenes puedan permitirse salir del núcleo familiar. En el 2017 esta tasa era de las más altas de Europa con un 38,6% mientras que este año es del 36,3%. España se sitúa entre los países con mayor tasa de desempleo juvenil a la que acompañan las cifras más altas en emancipación. Los países europeos que nos superan en ambas solo son Italia, Grecia, Malta y Eslovaquia. Sin embargo, aun estamos a mucha distancia de nuestros vecinos del norte donde la edad media de emancipación es de 19,7 años, diez años menos que la media española.

La subida del alquiler, los precios de las casas y los salarios bajos son una peligrosa mezcla que provoca que los jóvenes españoles, y los leoneses no puedan emanciparse, aunque quieran. Según los datos del primer trimestre del pasado año 2017, tan solo el 22% de las jóvenes entre 16 y 29 años estaban independizadas, la tasa para hombres es aún inferior, el 13,5%. Estas cifras aumentan cuando se pasa la línea de los 30 años hasta los 34, y la tasa sube hasta el 68,1% en total.

En relación a los estudios, la tasa de emancipación es mayor entre las personas jóvenes que cuentan con estudios primarios, un 27,0%, seguida de las personas con estudios superiores, con una tasa del 23,1%.

Algunos jóvenes leoneses viven esta situación, Silvia Muñoz, estudiante de Medicina de 22 años, depende económicamente de sus padres y trabaja de forma ocasional.Sobre la edad a la que espera emanciparse es clara, «si todo va bien, dentro de tres años, cuando comience la residencia», afirma. Estudiar una carrera puede marcar la independencia económica de los jóvenes y así o considera la leonesa «tengo la suerte de saber qué pasa después de graduarme, cuando en la mayoría de las carreras no es así», declara. Además, considera que la carrera o la ausencia de ella determinan en gran medida el futuro de los jóvenes en cuanto a su independencia familiar, «depende de la profesión. En la mayoría de los casos creo que la edad de emancipación sería más tarde -4 años de grado, 2 de máster y uno de oposición ya equivale a mi situación-, pero luego están las enfermeras que empiezan a trabajar nada más terminar su grado», y añade que «la gente que no estudia una carrera, se emancipa mucho antes. Una compañera mía del instituto hizo un módulo de FP, empezó a trabajar y está emancipada y hasta casada....» apunta la estudiante.

Cuando preguntamos a Silvia si opinaba que la precariedad laboral y la situación del sector de la vivienda influían en la tasa de emancipación su respuesta fue: «por supuesto que sí. Para poder emanciparte no es suficiente con empezar a trabajar, es necesario tener un mínimo de estabilidad, un sueldo que te permita pagar la vivienda, el transporte y los gastos... Todo depende de las circunstancias, la ciudad en la que vivas, la profesión a la que te dediques...», declaró contundente. Por último, tiene muy claro que cuando se independice «alquilaré, sin duda», finaliza.

En el caso de profesiones que, se suponen, con más estabilidad, como es la de médico, Alejandro Gutiérrez, cardiólogo residente en Logroño, pero natural de León, ha podido independizarse con 25 años en este 2018, considera que el alquiler es su única opción actualmente, ya que cuando acabe la residencia no sabe si tendrá un puesto fijo. «Claro que influye el tipo de trabajo a la hora de independizarse», afirma el médico y añade lo que para él es el motivo de la alta edad de emancipación de los jóvenes leoneses: «precios de alquiler y compra elevados, sueldos muy precarios y sobre todo contratos temporales», declara, y añade «lo que más limita es no tener un contrato fijo que te asegure estabilidad económica. Este mes cobras pero no sabes cuando lo volverás a hacer, ¿cómo vas a pagar así una hipoteca?» reivindica.

Por otra parte, cuando subimos el rango de edad encontramos testimonios como el de Héctor Fernández quién lleva independizado desde los 23 años con una vivienda en propiedad, «llevo trabajando como funcionario desde 2004, por eso, con trabajo estable me pude permitir comprarme una casa», nos cuenta. Opina además, siguiendo la misma línea que el médico y la estudiante leonesa, que el tipo de empleo influye para la emancipación.

Los jóvenes no pueden emanciparse aunque lo quieran la mayoría de carreras no asegura una estabilidad. La necesidad de un contrato fijo para poder hacer frente a los altos precios de alquileres y de vida imposibilitan la independecia. Los trabajos temporales priman en la sociedad y más aún entre la juventud y provoca que estemos ante una epidemia por la que los jóvenes no pueden formar su propia vida a pesar de haber estudiado, trabajado y haberse esforzado por labrarse un futuro que parece que nunca llega.
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