Su afirmación fue refrendada por otros compañeros, y siendo así, el acusado habría facilitado que a día de hoy se esté juzgando el asesinato de la peregrina norteamericana cuyo paradero fue un misterio durante cinco meses.
Que sin cuerpo no hay delito no es una máxima jurídica irrefutable, de hecho hay casos que demuestran que no es así, pero sí es cierto que hacen falta pruebas sólidas –o una confesión, como en el de Marta del Castillo– que sostengan la acusación de asesinato y, en el que nos ocupa, no las hay. No las había y por eso no se detuvo a Miguel Ángel Muñoz (a pesar de que las sospechas recayeron sobre él desde un primer momento) hasta que no vieron que se les escapaba.
Fue él, declararon este miércoles los agentes que participaron en la diligencia de reconstrucción de los hechos, el que les fue guiando y mostrando los distintos escenarios: dónde la había agredido, dónde la había enterrado por primera vez, dónde estaba el cuerpo... El propio acusado, dijo uno de los policías, se jactó de que sin su ayuda nunca habrían dado con el cuerpo.
Sobre lo que no aportó indicaciones claras fue sobre el paradero de las manos de Denise, que a día de hoy se siguen buscando. «Nos dio informaciones muy difusas, nos acotó una zona muy amplia», aseveraba uno de los policías que participó en la reconstrucción de los hechos en la que el acusado les fue relatando lo sucedido, versión que ahora desmiente. Según otro agente, Miguel Ángel «estaba en su sano juicio y dijo lo que quiso y porque quiso, y ocultó lo que quiso y porque quiso», en alusión a las manos, «iba dando largas, no nos lo quería decir».
También se escuchó este miércoles en la sala de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de León, donde estos días se celebra el juicio por el crimen de la peregrina Denise en pleno Camino de Santiago, se dijo en varias ocasiones que el día de la reconstrucción de los hechos vieron al acusado abatido. «Hay un momento en el que él, no sé si fingiendo o no, se acurruca y llora diciendo ‘qué he hecho’ o algo así», relataba uno de ellos.
La explicación de la defensa a por qué Miguel Ángel Muñoz, que ahora trata de defender su inocencia ante el tribunal del jurado, supo dónde estaba el cuerpo, es que acostumbraba a pasar por esa zona en sus paseos y habría sentido el olor del cadáver descomponiéndose. No obstante, este miércoles los policías que estuvieron presentes en el levantamiento del cadáver aseguraron que no se notaba olor alguno hasta que no empezaron a mover la tierra.
Asimismo, explicaron que el cuerpo de la peregrina fue hallado en una zona de difícil acceso, desnudo, en avanzado estado de descomposición y apenas oculto por unas ramas o «matojos», enterrado solo por el tiempo que llevaba allí, pues no había agujero.
Durante la sesión de este miércoles, los agentes que participaron en la investigación señalaron que desde un primer momento se sospechó de Miguel Ángel por haber estado relacionado con agresiones anteriores a otras peregrinas también en las inmediaciones de su finca, por el nerviosismo con el que recibió a los agentes cuando fueron a preguntarle, por una llamada inusualmente larga que realizó a su pareja el día posterior a la desaparición de Denise, porque cuando se sintió observado dejó de usar el móvil y por el cambio de dólares a euros que realizó el acusado en una oficina bancaria de Astorga el 17 de abril de 2015. Denise fue vista por última vez el día 5 de ese mes.
Este jueves continúan las pruebas testificales con más agentes de Policía, entre ellos, los que viajaban con el acusado en el helicóptero desde Asturias a León –tras su detención el 11 de septiembre de 2015 en Granda de Salime– cuando les dijo que les llevaría hasta el cuerpo de la víctima.