En China, donde hay una fuerte presión sobre las mujeres para casarse antes de los 30 años, muchas solteras urbanitas recurren a estos falsos novios de alquiler cuando vuelven a sus pueblos con sus familias, por lo general durante las vacaciones del Año Nuevo Lunar. Lo mismo hacen las lesbianas, que se ven obligadas a fingir ante sus parientes por el estigma que todavía pesa sobre la homosexualidad en China. Tras estas actuaciones, plagadas de malentendidos y situaciones cómicas, subyace un drama: el de aquellos que no pueden mostrarse ante sus familiares como realmente son por miedo.
Peor aún ocurre en Japón, donde las redes sociales han facilitado el engaño en este mundo de apariencias. En Tokio funcionan empresas que ofrecen amigos, parientes y parejas de alquiler por horas para acompañar en actos familiares o sociales y hasta en los «selfies» de Instagram. Según informa ABC, es el caso de Family Romance, que cuenta con 1.200 empleados capaces de actuar como amigos, padres, madres, esposas, novios o compañeros de trabajo. A su fundador, Yuichi Ishii, se le ocurrió montar esta compañía cuando, hace ya una década, se hizo pasar por el marido de una madre soltera que quería meter a su hijo en una guardería privada donde no aceptaban niños de familias monoparentales.
"Sakura"
Desde entonces, esta firma ofrece sus servicios de acompañamiento en fiestas, bodas, funerales y hasta en visitas al parque Disneyland o en paseos durante el «sakura», época de la primavera en que florecen los cerezos. Por solo 8.000 yenes (60 euros), se ha puesto de moda contratar amigos «guapos» o «interesantes» para retratarse juntos en Instagram. «La gente quiere construir su propia imagen con las redes sociales. Nosotros les ayudamos ofreciéndoles acompañantes atractivos, con estilo y que saben posar», explica a EFE Yuichi Ishii, quien recibe cada mes medio centenar de estos encargos.
Por entre 15.000 y 20.000 yenes (entre 112 y 150 euros), se puede alquilar una falsa novia o un padre postizo, así como amigos de mentira con los que simular que uno es muy popular. Todo esto se debe a las peculiaridades de la sociedad nipona, una de las más perfeccionistas y detallistas del mundo pero sujeta a una fuerte rigidez que coarta la libertad y las relaciones de sus individuos. Obligados a cumplir el rol que el colectivo espera de ellos, muchos sacrifican su personalidad por no molestar a sus verdaderos allegados o para aparentar lo que no son.