Los personajes del tío Ful: Juan Francisco Fernández, maestro chocolatero

Tan orgulloso de ser chocolatero como de la genética del mismo gremio, la de aquel abuelo que inició la misma aventura que sigue alimentando en Castrocontrigo

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
23/06/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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En ningún lugar de trabajo huele mejor que en el de Juan Francisco Fernández... y es que hablamos del maestro chocolatero que sigue al mando de las históricas máquinas de Chocolates Santocildes en Castrocontrigo, allí donde su abuelo montó la fábrica hace más de un siglo, en 1916. «Y seguimos haciendo el chocolate de la misma manera, artesanal».

Se le ilumina la cara cuando habla de su abuelo, David González Pombar, uno de esos personajes irrepetibles al que Juan Francisco sigue homenajeando siempre que puede; y así te muestra una etiqueta reciente, de un chocolate de hoy que, se puede leer, está hecho «según la fórmula magistral de David González Pombar».

El abuelo ya era hijo de chocolatero, en San Justo de la Vega, pero no eran buenos tiempos y «con una maleta y un saco de cacao» le mandó a buscarse la vida. Llegó a Castrocontrigo y le gustó el pueblo para montar su industria «porque pasaba el río por mitad del pueblo, y el agua es un bien preciado, para el chocolate y para tantas otras cosas». Y así llevan allí 102 años con un nombre que nació fruto de una anécdota con el famoso general que defendió Astorga frente a los franceses.

Pero el abuelo era un tipo inquieto,emprendedor y así montó también la primera linea de autobuses a Cabrera, lo que le supuso verse envuelto en una refriega cuando el famoso maquis Girón subió al coche de linea e iban en él dos guardias civiles.

Y después llegaron cuatro generaciones de chocolateros que ya tienen continuidad con una quinta en una sobrina de Juan Francisco.

- ¿Nunca pensaste en otro oficio?
- Estuve estudiando en León, hacía deporte, me gustaba... pero soñaba con volver a Castrocontrigo, a la fábrica, tenemos alma de chocolate..

Y allí al lado sonríe su sobrina, la quinta generación, que sabe de qué habla su tío.
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