A Juli, 'La Churrera' de Cistierna, nada se le puso por delante

Juli, por toda la comarca no necesita otro apellido que no sea ‘La Churrera’, sigue muy activa a sus 87 años, conduciendo y siendo un ejemplo de una vida de batalla... ganada a las dificultades

10/03/2024
 Actualizado a 10/03/2024
Juli, todo hay que decirlo, es algo 'telarera' y guarda en sus portales restos de sus oficios, de piezas del tractor a cadenas de matar el gocho. | MAURICIO PEÑA
Juli, todo hay que decirlo, es algo 'telarera' y guarda en sus portales restos de sus oficios, de piezas del tractor a cadenas de matar el gocho. | MAURICIO PEÑA

Llegamos a Cistierna y, ante nuestra asombrosa facilidad para perdernos, preguntamos por una calle a quien se confiesa vecino de la villa. 
- ¿La calle Emiliano Sánchez?
- Pues no le sabría decir.


Así nos ocurre más veces. Cambiamos la táctica. 
- ¿Sabría donde vive Juli, ‘La Churrera’
- Sí, claro, lo sabe todo el mundo, en la parte de arriba. Mire, siga...


Dos veces más repetimos y, Emiliano Sánchez nos perdone, todo el pueblo sabe dónde vive Juli, aunque desconocen el nombre de la calle.


Se lo decimos a Juli y ella responde incapaz del disimulo ni lo políticamente correcto: "¿Cómo que en Cistierna? En toda la comarca, desde Acebedo, Riaño y todos esos pueblos hasta Quintana de Rueda, saben bien quién es Juli ‘La Churrera’, como que estuve en todas las fiestas de la comarca, sin faltar a ninguna año tras año, haciendo churros hasta el final de la fiesta... que a la vuelta me daba el sueño pero yo tiraba para adelante... Parar, ni a coger duros; bueno, a coger duros igual sí pero nunca vi a nadie que los tirara.


Juli es un torrente de palabras y 87 años de vida. De una vida de superación que cuenta con tanta sinceridad como dureza. "Nunca conocí a mí padre. Era un mando del Ejército que preñó a mi madre y nunca supimos más de él. Bueno, sí supimos, con el tiempo nos enteramos que se había casado por tercera vez ahí para la zona de Lorenzana, pero con otro nombre. Como hacían lo que les daba la gana...".


Así arranca la vida de Juli, nacida en 1937, una fecha que ayuda a entender lo que es nacer "huérfana de padre vivo" (dice ella) en los años más difíciles y con el estigma de su situación. "Sin padre y sin nada. Hambre no pasé pero...", explica, y después de una pausa con la mirada perdida en los recuerdos sale el espíritu sincero de la mujer vivaracha que es: "¡Qué coñe! Claro que sé lo que es el hambre, por el cabrón de mi padre".

| MAURICIO PEÑA
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Y para ilustrar aquellos años tan complicados viaja a una infancia en la que se recuerda más trabajando que jugando. "Con ocho años ya me ganaba la vida. Vendiendo arena por todos estos pueblos".
- ¿Arena?
- Sí, arena. En aquellos años el jabón no se podía gastar en fregar o, por ejemplo, en la ropa de los mineros; y se les quitaba la suciedad con arena y yo se la vendía, que la cogía en una arenera muy buena que había en Yugueros, que es mi pueblo.


Y se levanta las mangas para mostrarnos el lugar del brazo dónde se hizo callo de llevar los calderos con la arena "por todos estos pueblos de ‘la contorna’ de Yugueros, que todos esos montes que se ven desde aquí los tengo bien pisados, de día y de noche.
- ¿No tenías miedo?
- ¡Qué iba a tener miedo! ¿A qué?
- Solo eras una niña.
- Ya, pero yo no lo sabía.


Tiene Juli muchas ingeniosas salida de este tipo. A renglón seguido dice que "nunca tuve miedo pero muchas veces, cuando empezaba a hacerse de noche, veía a lo lejos un espino y me parecía un hombre, o algo que se movía y me parecía un lobo".

   
Recuerda otros trabajos en aquella infancia de niña que no sabía que lo era. También vendía fruta por las casas con jaulas de fruterías de Cistierna que le daban "un tanto por vender", después vinieron todos aquellos años en el oficio que la convirtió en la mujer más conocida de la comarca, churrera. "Un tío de Ernesto, que volvió de Venezuela, me ayudó con la furgoneta de la churrería, la preparé bien... fue un negocio bueno, que a mí aguantar hasta el final de la fiesta no me ‘aprovecía’, mientras ganara unas perras, ¿qué problema hay? Una vez en un pueblo me querían cobrar cinco mil pesetas por vender los churros en la fiesta; cogí y marché de la pradera, y me puse a la entrada, por afuera; con los asuntos del comer no se juega".


Mientras iba "haciendo unas perras" con los churros, fundamentalmente en verano y fines de semana, seguía ‘creciendo’ la finca que tiene en Yugueros, de la familia de su madre. "Tenía mil quinientos metros cuadrados y ahora ya son 16.000 y tres pozos para regar, que allí plantamos de todo y criamos los gochos". 

"Además de churrera tuve otros oficios; criaba gochos en la finca de Yugueros para clientes y lo hacía todo yo: los mataba, yo sola, los ‘estazaba’, hacía las morcillas... todo"


Y seguía haciendo su casa en ‘la cuesta’ de Cistierna, un edificio que también levantó con sus propias manos. "Lo fui haciendo ladrillo a ladrillo; para lo único que me ayudó un albañil de aquí del pueblo fue para las vigas exteriores, que son las que sujetan la casa, lo otro ya lo fui haciendo yo, la casa y todos estos portales que tengo por aquí, que ahora ya los uso mucho menos... que ya tengo 87 años".


Los vamos recorriendo. En uno está su furgoneta, que todavía conduce, en otro partes de su viejo tractor... hay que reconocer que es un poco telarera y los tiene llenos de cachibaches. Hasta que llegamos a uno por el que le había preguntado, el de matar el gocho, pues Juli también tuvo otro singular ‘negocio’.
- En la finca de Yugueros criaba gochos, que los alimentaba con lo que yo plantaba en aquella tierra que regaba de los pozos. Esos gochos los ‘vendía’ en vida a clientes pero seguían en la finca pues yo lo hacía todo, cuando ya daban el peso los mataba, los estazaba, hacía los chorizos, las morcillas... todo, y lo llevaban después.
- Para matarlos sí te tendrían que ayudar, no es nada fácil? 
- Nadie, no necesitaba a nadie. 


Y nos va mostrando, en medio del barullo de  su portal, las cadenas, poleas, el banco y todos los inventos que utilizaba para poder matar aquellos gochos que vendía en vida. Increíble.


Como tantas cosas increíbles de la vida de esta mujer que "ya no soy lo que era" pero sigue teniendo una vitalidad digna de envidia.
- ¿Y este hacha?
- Para picar la leña; que me sigo calentando en la cocina de leña.


Le digo, por ver su reacción: «"uli, eres una mujer hecha a tí misma". Y surge la paisana cargada de ironía: "¿Cómo Amancio Ortega?".


No parece menor el debate que suscita. Siempre se le adjudica la condición de "hechos a sí mismos" a aquellas biografías que desembocan en los todopoderosos, millonarios, políticos... ¿Se le puede negar a Juli la condición de "hecha a sí misma" recordando a aquella niña huérfana con padre vivo que vendía arena por los pueblos atravesando los montes?

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